jueves, 30 de septiembre de 2010

Es importante reconocer la propia neurosis, aún habiendo despertado, para curarla y no perjudicar a los demás


Existen cuatro o cinco grandes obstáculos a una orientación y una práctica auténticamente integral. Y no estoy hablando ahora de la cultura predominante (compuesta por el liberalismo ateo y por el conservadurismo fundamentalista) que desdeña toda espiritualidad verdadera, sino de las amenazas que provienen desde la misma vanguardia de la comunidad supuestamente espiritual, contracultural y alternativa.
El primer obstáculo, en mi opinión, proviene de las visiones exclusivamente traslativas que se centran en las ideas o los nuevos paradigmas sobre la realidad. Y no estoy negando, con ello, la importancia de algunos de estos conceptos y de algunas de estas ideas con las que, por una parte, suelo estar de acuerdo. Lo único que quiero subrayar es que el hecho de aprender un nuevo concepto jamás nos permitirá acceder de manera constante a la conciencia no dual porque, para ello, es necesaria una práctica intensa y prolongada. El campo traslativo incluye muchos aspectos de la teoría sistémica, de la ecopsicología, del ecofeminismo, de los teóricos de la "red-de-la-vida", del neopaganismo, de la astrología, de la neoastrología, de la ecología profunda y del culto a la Diosa/Gaia. Y si bien es cierto que existen algunas notabilísimas excepciones, la mayor parte de esos abordajes suelen quedar atrapados en el mundo sensoriomotor ordinario, el mundo chato descendente, y no se centran en transformar la conciencia hasta los dominios sutil, causal y no dual, sino que se limitan a brindar formas de traducir el mundo. En el mejor de los casos, pues, estos abordajes permiten el acceso al nivel psíquico del misticismo natural y del Alma del Mundo, niveles que, si bien son extraordinarios, no representan más que la puerta de acceso a los dominios transpersonales.
Es cierto que, desde su punto de vista, los dominios más elevados niegan y reprimen la tierra, pero no lo es menos que eso sólo resulta aplicable a las patologías propias de los estados superiores. Porque hay que decir que los estados más elevados trascienden e incluyen los inferiores, de modo que el Espíritu no niega la naturaleza sino que la trasciende y la incluye. Es verdad, no obstante, que ciertos caminos espirituales reprimen los dominios inferiores convirtiéndose así, en el segundo gran obstáculo a cualquier práctica equilibrada o integral. Veamos como más detenimiento este punto.
Durante el gran periodo axial (que tuvo lugar en torno al siglo VI a.C.), la avanzadilla de la evolución de la humanidad realizó un descubrimiento verdaderamente revolucionario, ya que ciertos sabios pioneros –como Parménides, Krishna, Jesús de Nazaret, Gautama Buda y Lao Tze, por nombrar sólo unos pocos– descubrieron la posibilidad de rastrear la conciencia hasta su origen, donde tiene lugar una comunión con el Espíritu (nivel psíquico) y una fusión con el Espíritu (nivel sutil) ("Atman es Brahman", "Yo y mi Padre somos Uno", el ego separado se disuelve en Vacuidad y la conciencia encuentra al incalificable Uno). Esta revolución –que condujo desde las Formas más elevadas de la conciencia (nivel sutil) hasta la conciencia Sin forma (nivel causal) –constituyó un auténtico paso hacia adelante, la mutación de conciencia más importante que había tenido lugar hasta ese punto, una mutación que dio origen casi a todas las grandes tradiciones de sabiduría del mundo que siguen floreciendo hasta hoy en día.

(Texto extraído del libro de Ken Wilber titulado "Diario")

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