martes, 27 de abril de 2010

Harto del mundo


Ocurrió que una vez un joven perteneciente a una familia muy rica y aristocrática acudió a un maestro zen. Había conocido todo, satisfecho todos sus deseos; no le faltaba el dinero, de modo que no tuvo problema en hacerlo. Pero luego ser hartó; se hartó del sexo, se hartó de las mujeres, se hartó del vino. Acudió al maestro zen y dijo:
-Ahora estoy harto del mundo. ¿Existe alguna forma en la que yo pueda ser transformado? ¿Existe alguna forma en que me pueda conocer a mí mismo, saber quién soy?
El joven agregó:
-Pero antes de que me digas nada, deja que te cuente una cosa acerca de mí. Soy inconstante y no puedo hacer la misma cosa durante mucho tiempo seguido, de modo que si me das alguna técnica o sí me dices que medite, tal vez lo haga durante unos días, pero luego escaparé, aunque sé bien que no hay nada en el mundo, aunque se bien que allí sólo me esperan la infelicidad y la muerte. Pero así es mi mente. No puedo continuar, no puedo persistir en nada, de modo que, antes de escoger cualquier cosa, ten eso en cuenta.
-Si eres incapaz de persistir, la cosa será difícil, porque se necesitará un esfuerzo sostenido para deshacer todo lo que hiciste en el pasado. Debes viajar hacía atrás; será una regresión. Debes regresar al momento en que naciste, cuando eras fresco, joven. Debes recuperar esa frescura. No debes avanzar, sino retroceder, debes volverte niño otra vez. Pero si dices que no puedes persistir y que en pocos días escaparás, la cosa será difícil. Pero déjame que te haga una pregunta: ¿alguna vez te interesó algo tan profundamente que te absorbió por completo? -explicó el maestro.
El joven pensó y dijo:
-Si, lo único en que me he interesado mucho es en el ajedrez, el juego de ajedrez. Lo amo y es la único cosa que me salva. Todo lo demás ha caído; sólo el ajedrez sigue conmigo, y con él aún puedo pasar mi tiempo.
-Entonces, algo se puede hacer. Espera.
Llamó a su asistente y le dijo que le trajera a un monje que llevaba doce años meditando en el monasterio, y que le dijera al monje que trajera consigo un tablero de ajedrez.
Le tablero llegó, el monje acudió. Conocía un poco de ajedrez, pero había pasado los últimos doce años meditando en una celda. Había olvidado el mundo, el ajedrez, y todo lo demás.
El maestro le dijo:
-¡Oye!, monje Esta será un partida peligrosa. Si este joven te derrota, aquí está la espada, y te cortaré la cabeza, porque no me gustaría que un monje meditativo -que lleva doce años meditando- sea derrotado por un joven ordinario. Pero te prometo, si mueres por mi mano, irás al más alto cielo. De modo que no te preocupes.
El joven se sintió un poco incómodo al oír esto, y entonces el maestro se volvió a él y comentó:
-Mira, dices que te absorbes en el juego de ajedrez, así que ahora absórbete del todo.; porque es cuestión de vida o muerte. Si sales derrotado, te cortaré la cabeza y, recuerda, a ti no puedo prometerte el cielo. Este hombre está bien, de todas maneras irá al cielo, pero a ti no puedo prometerte cielo alguno. Si mueres, tu lugar será el infierno, irás de inmediato al séptimo infierno.
Durante un momento, el joven pensó en escapar. Iba a ser una partido peligrosa, y no había ido allí para eso. Pero habría sido deshonesto huir; era un samurái, hijo de un guerrero, y escapar sólo por la muerte, por la muerte inminente, no estaba en su sangre. Así que aceptó:
-Muy bien.
Comenzó la partida. El joven comenzó a temblar como una hoja en un viento fuerte, todo su cuerpo temblaba. Comenzó a transpirar, su cuerpo se cubrió de transpiración fría; comenzó a sudar desde la cabeza hasta la planta de los pies. Era un asunto de vida o muerte y su pensamiento se detuvo, porque ante una emergencia como ésa, no puedes permitirte pensar. El pensar es para el ocio. Cuando no hay problema, puedes pensar; cuando realmente hay un problema, el pensamiento se detiene porque la mente necesita tiempo, y cuando hay una emergencia, no hay tiempo. Debes hacer algo de inmediato.
La muerte se aproximaba más y más. El monje abrió el juego, y se le veía tan sereno y calmo que el joven pensó:
-¡Bueno, es seguro que moriré!
Pero cuando los pensamientos desaparecieron, quedó totalmente absorto en el momento. Cuando los pensamientos desaparecieron, también olvidó que la muerte aguardaba; porque la muerte también es un pensamiento. Se olvidó de la muerte, se olvidó de la vida, sólo se convirtió en parte de la partida, absorto, totalmente inmerso en ella.
De a poco, cuando la mente desapareció del todo, comenzó a jugar hermosamente. Al comienzo, el monje ganaba, pero en pocos minutos, el joven quedó completamente absorto, comenzó a hacer jugadas hermosas y el monje comenzó a perder. Sólo existía el momento, el presente. Entonces, no había problema, el cuerpo se pudo bien; el temblor se detuvo, la transpiración se evaporó. Se sentía ligero como si pudiera volar. Su mente ya no estaba allí. La percepción se volvió clara, absolutamente clara, y podía ver hacia adelante en el tiempo, cinco jugadas adelante. Nunca había jugado con tanta belleza. El juego del otro se comenzó a desmoronar; en pocos minutos, el monje quedaría derrotado y la victoria del joven estaría asegurada.
Luego, de pronto, cuando sus ojos quedaron despejados, cuando fueron como espejos, cuando su percepción fue profunda, honda, miró al monje. Era tan inocente. Doce años de meditación, había llegado a ser una flor, doce años de austeridad: había llegado a ser absolutamente puro. NI el deseo, ni el pensamiento, ni las metas, ni el propósito existían para él. Era lo más inocente que se puede ser... ni un niño es así de inocente. Su hermoso rostro, sus ojos, claros como el azul del cielo... El joven empezó a sentir compasión por él; tarde o temprano, le cortarían la cabeza. En el momento en que sintió esa compasión, se abrieron puertas desconocidas, y algo absolutamente desconocido comenzó a llenar su corazón. Se sintió colmado de beatitud. Comenzaron a llover flores sobre todo su ser interior. Se sentía tan lleno de beatitud... nunca había conocido esa beatitud, esa bienaventuranza, esa bendición.
Entonces, comenzó a jugar mal a sabiendas, porque a su mente llegó este pensamiento: "Si me matan, nada será destruido; no tengo nada que valga. Si este monje muere, algo bello será destruido; pero, si yo muero, sólo se perderá una existencia sin valor...". Comenzó a mover mal conscientemente, para que el monje ganara. En ese momento, el maestro volcó la mesa de juego, comenzó a reír y dijo:
-Nadie será derrotado aquí. Ambos habéis ganado.
El monje ya estaba en el cielo, se había realizado, no había falta cortarle la cabeza. No se preocupo en absoluto cuando el maestro dijo: "Te deberé cortar la cabeza" Ni un sólo pensamientos surgió en su mente. No era una cuestión en la que pudiera escoger; si su maestro dice que así debe ser, está bien. Dijo que sí con todo su corazón. Por eso no transpiraba ni temblaba. Estaba jugando al ajedrez; la muerte no era un problema:
-Has ganado, y tu victoria fue mayor que la de este monje. Ahora te iniciaré. Puedes estar aquí, y pronto te iluminarás.
Las dos cosas fundamentales habían ocurrido: meditación y compasión. Buda ha dicho que esas dos son las cosas fundamentales: pragya y karuna., meditación y compasión.
El joven dijo:
-Explícame. Ha ocurrido algo acerca de lo cual no sé nada. Ya estoy transformado; no soy ese mismo joven que acudió a ti hace unas pocas horas. Ese hombre ya ha muerto. Algo ha ocurrido; has hecho un milagro.
-Como la muerte era inminente, no pudiste pensar. La muerte estaba cerca, pensar no era posible. La muerte estaba tan cerca que no había nada que te separara de ella, y los pensamientos necesitan un espacio donde moverse. No había espacio, el pensar se detuvo. La meditación ocurrió espontáneamente. Pero con eso no alcanzaba, porque el tipo de meditación que se produce como resultado de una emergencia se pierde. De modo que no podía dar la vuelta al tablero en ese momento, tuve que esperar -le explicó el maestro.
Si la meditación realmente ocurre, sea cual sea el motivo, la compasión llega. La compasión es el florecer de la meditación. Si la compasión no llega hay algo en tu meditación que no está bien.
-Entonces, miré tu rostro -prosiguió el maestro-, estabas colmado de beatitud y tus ojos se volvieron como los de un buda. Miraste a este monje, pensaste y sentiste: "Será mejor sacrificarme yo a sacrificar a este monje. Este monje es más valioso que yo".
"Esto es compasión: cuando el otro se vuelve más valioso que tú mismo. Esto es compasión: cuando puedes sacrificarte por el otro. Cuando tú te conviertes en el medio y el otro en la meta. es amor. Cuando tu eres la meta y el otro es el medio, es lujuria. La lujuria siempre es cruel y el amor siempre es compasivo.
"Entonces. vi en tus ojos como relucía la compasión, y comenzaste a hacer malas jugadas sólo para ser derrotado, sólo para que fueras muerto tú y este monje se salvara. En ese momento, debí volcar el tablero. Habías ganado. Ahora sabes estar aquí. Te he enseñado tanto la meditación como la compasión. Ahora sigue esa senda y deja que se vuelvan espontáneos en ti; que no sean eventuales, que no dependan de ninguna emergencia, sino que sean una calidad de tu ser.


¡Es tan hermosa esta historia!. Me trae tanto recuerdos... ya desde mi niñez experimenté la compasión con esa tremenda fuerza...
El otro es la meta. Si, volver a ser ese niño. Si :)

Recordarla y llevarla cerca de vuestro corazón siempre. Os ayudará en el camino.

2 comentarios:

  1. No se si habrás entrado hoy en mi blog, en el escribo una carta a una querida sobrina que nos abandonó a todos hace muchos años. No se si lo hizo por seguir alguna secta, un amigo, o fuese porque llamo al maestro Zen y quiso empezar de cero, no lo se.
    Un beso

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  2. ¡Hola! josefina: recuerda que la meta es el otro, no os abandonó, aunque así lo sintáis vosotros, siguió su camino. Como ya te he dicho en tu blog. visuaíizala, llénate de amor y envíaselo, allí donde esté lo recibirá y le hará bien. Si está bien, se podrá mejor aún :) y si lo estuviera pasando mal, le hará mucho bien. No nos sintamos amargados, tan sólo llenos de amor para poder llenar el mundo de este.
    Un abrazo lleno de energía positiva, para ti y para tu sobrina :)))

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