viernes, 23 de marzo de 2012

Zen y depresión. Observar sin inculpar



Dirigir todas las culpas hacía uno mismo

Dicho de la práctica tibetana

Cuando nuestra vida se convierte en dolorosa, o parece que no funciona, se pone en marcha de manera casi automática nuestra necesidad de buscar algo a lo que echar la culpa. Es exactamente la situación opuesta a examinar nuestra situación y permanecer abiertos y curiosos.
Esa búsqueda de algo a lo que culpar se intensifica cuando estamos asustados o sufrimos y por ello dejamos de examinar la situación, y en lugar de ello iniciamos una frenética búsqueda de algo o alguien a quien hacer responsable. Solemos empezar a buscar un origen fuera de nosotros, ya que no queremos aceptar la responsabilidad. Entonces, hacemos responsables del dolor que sentimos a nuestros cónyuges, nuestros hijos o nuestros amigos. Al cabo de poco tiempo nos sentimos amargados y enfadados con respecto a todo el mundo.
Resulta igualmente fácil echarnos la culpa a nosotros mismos, ya que uno de los síntomas más comunes de la depresión es la sensación de ser defectuosos en nuestro centro neurálgico. Podemos incluso sentirnos responsables por los problemas y sufrimientos de los demás. En su peor aspecto, la depresión puede hacernos sentir que somos responsables de todo lo que funciona mal en el mundo. De esa manera, puede parecer que nuestra depresión confirma nuestros peores temores acerca de nosotros mismos.
Sea como fuere, buscar algo a lo que culpar es el resultado de creer que si sentimos dolor es porque algo está equivocado y por ello debemos hallar un medio para evitar el dolor y la situación en la que nos hallamos.
Ambas acciones nos apartan del dolor y nos distraen de lo que realmente está sucediendo. Porque, tanto si culpamos a los demás como a nosotros mismos, la inculpación es una barrera que nos impide alcanzar la verdadera comprensión de nuestras vidas, así como sumergirnos en su intimidad.
Hay una historia zen sobre un monje joven que trabajaba en la cocina de un monasterio. Al recoger las verduras para la cena, accidentalmente cogió una serpiente, que cortó y sirvió en la cena, totalmente ignorante de su presencia. A la hora de servir resultó que el pedazo de serpiente más grande fue a parar al cuenco del maestro del templo. Enfadado al encontrar carne en su comida, el maestro rugió: "¿Qué es esto?". El monje lo miró, se lo zampó de inmediato y replicó: "Muchas gracias".
La acción del monje joven de la historia suele utilizarse para hacer referencia a "comerse la culpa". Comerse la culpa significa que debemos tomar toda la culpa de lo que ocurre dentro de –no sobre– nosotros. Esta historia nos enseña que, al igual que el monje, podemos ir más allá de la inculpación, apartar a un lado nuestro deseo de echarles la culpa a los demás o a nosotros mismos.
Cuando nos sentimos acorralados contra la pared, echar la culpa es un método que utilizamos para escapar. No obstante, aunque una de las características más comunes de la depresión es la sensación de que se está acorralado contra la pared, inculpar no nos será de gran ayuda. Buscar a ciegas algo o alguien a quien inculpar sólo nos reportará una sensación de mayor inutilidad, insatisfacción e irritabilidad.
En lugar de ello, podemos "comernos" la culpa apartándola a un lado, y observarla en lo que es, en lugar de preguntarnos por qué es. Podemos dejar de tratar de comprenderlo todo y dejar de tratar de escapar de nuestras emociones y nuestro dolor. Asimismo, podemos regresar al doloroso y desnudo acto de sólo ser con lo que nos está sucediendo. Y al hacerlo descubrir que nada sigue siendo tan horrible al aceptarlo como da la impresión de ser cuando tratamos de huir de ello.
Por lo general consideramos nuestras dificultades con vistas a tratar de comprender el porqué de las cosas, y nos imaginamos que la respuesta nos explicará todo lo que necesitamos hacer. En cambio, podemos observar la situación en profundidad y con tranquilidad, sin tratar de comprender nada. Podemos mirarla con una profunda curiosidad, sólo para ver cómo funcionan bien las cosas. Si hacemos eso podemos llegar a darnos cuenta de que no hay nada que no tenga que hacerse, y es suficiente sólo con ver las cosas tal como son. O podemos llegar a darnos cuenta de que al observar el proceso se nos presenta una respuesta.
Esta práctica resulta tan fundamental para el budismo que el primer tipo de meditación practicada por muchos budistas se llama vipassana o meditación de profunda visión. La forma vipassana es una forma de mirar en profundidad en nuestro interior en el momento presente. La comprensión que reporta esta práctica meditadora puede ayudarnos a pasar del sufrimiento a la alegría.
Eso es lo que le sucedió al Buda en la noche de su iluminación. Observó profundamente los mecanismos de su cuerpo y mente, en el interior de su propia naturaleza.
Si usted ha realizado un esfuerzo para mirar en su interior, en su depresión y en su sufrimiento, entonces habrá aprendido muchas cosas sobre sí mismo y sobre sus reacciones. Será usted capaz de investigar la situación en la que se encuentre. Podrá continuar enfrentándose sin miedo a los hechos de su depresión y sufrimiento tal como son. Tal vez sin ni siquiera darse cuenta, habrá cambiado mediante el simple acto de observación. Habrá cambiado la depresión al verla claramente.
Cuando podemos observar nuestra situación sin buscar explicaciones, podemos alcanzar una compresión más profunda, más allá de nuestra manera habitual de pensar. En el interior de dicha compresión se nos pueden revelar soluciones. Aprendiendo a ver lo que es efectivo de verdad, lo que funciona y lo que pude llegar a empeorar las cosas. Podemos empezar a pasar a la acción e iniciar (o continuar) la curación.

Exploración complementaria

Cuando algo va mal en la vida, ¿a que le echa la culpa? ¿Empieza inculpándose a usted mismo? ¿O bien primero intenta hacerlo tomando algo o alguien externo a usted mismo? Si pone su atención fuera de usted, ¿tiene gente o cosas "favoritas" a las que inculpar?
Sea consciente de su impulso de inculpación cuando éste surge. ¿Puede observarlo y separarse de la necesidad de seguirlo? ¿Cómo se siente cuando lo logra?
Permanezca con la situación y con las sensaciones desagradables que tiene. ¿Desea hallar la manera de deshacerse de esas sensaciones?
¿Puede observar la situación sin deseo de inculpar o tratar de hallar una solución?
¿Le resulta difícil? ¿Encuentra algo de alivio al no tener que señalar a alguien (o a usted mismo) como responsable?
¿Cambia la situación al esperar y simplemente observarla? ¿Ve necesario hacer algo? Si hay que hacer algo, ¿encuentra una respuesta diferente de la que normalmente tendría en situaciones en las que busca inculpar a alguien o algo?
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¿A quién echa la culpa de su depresión? ¿A usted mismo? ¿A su familia o amigos? ¿A su empleo? ¿A su vida? ¿A Dios?
¿Le alivia echar la culpa a alguien? ¿O bien es algo que evita que tome una iniciativa que pueda resultarle de ayuda? ¿Aumenta el inculpar su sensación de inutilidad en la depresión?
¿Puede aceptar no saber de dónde proviene su depresión? ¿Le hace eso sentirse incómodo? ¿O bien representa un alivio en sí mismo?
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Un verso para recordar al inculpar:

Cuando todo va mal y busco echar la culpa
me tragaré ese pedazo escurridizo
y miraré más allá de la culpa
para ver qué es en realidad.

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

jueves, 22 de marzo de 2012

Mundo cambiante

haideé iglesias

Resulta asombrosa la diversidad de cambios que se producen instante tras instante... 
Mundo cambiante, si, y una realidad inmutable que perdura inquebrantable, estimulantemente inquebrantable... 


miércoles, 21 de marzo de 2012

Cantarina corriente

haideé iglesias

Agua que fluye imperturbable ante mis ojos. Sonidos que recorren el paisaje emocional que me alimenta. Vida en constante movimiento. Fuerza imparable de la corriente que fluye por mi venas, en rojo terciopelo, satinado y denso, como la cantarina corriente que salta en cada tropiezo. Así late el corazón, cantarinamente... pom, pom... pom, pom... pom, pom... y sigo viviendo... 

martes, 20 de marzo de 2012

Presenciando la luz

haideé iglesias

En el perpetuo girar 
vamos encontrando
la diversidad
de la luz 
que la tierra 
nos conmina 
a presenciar...

lunes, 19 de marzo de 2012

Fragmentada

haideé iglesias

apariencia de lo que no es más que fusión e interconexión...  Así como las nubes desaparecen, así las emociones van y vienen... si te apegas, estás fragmentando... si las dejas ir, vivirás en plenitud... 

viernes, 16 de marzo de 2012

Zen y depresión. Elegir y preferir


Una de las principales características de mi propia depresión esa el estado mental cínico y crítico que fomentaba. En público miraba constantemente a otra gente, juzgándola mentalmente a causa de su indumentaria, sus modales y su forma de hablar. Me resultaba difícil leer, porque mientras leía un libro podía escucharme a mí mismo criticando al autor, pensando que yo lo habría escrito mucho mejor, o desarrollado un argumento mejor. Imaginaba que las personas que me eran próximas vivían sus vidas basadas en motivos y pensamientos negativos.


MIs juicios sobre mí mismo eran todavía más severos. Constantemente me recriminaba cada uno de los pensamientos y acciones. Sentía que en el fondo yo era defectuoso, una brillante manzana roja con un corazón podrido.

Por entonces ya tenía cierta experiencia respecto de lo que en el budismo se denominaba la mente discriminadora o crítica, pero en la depresión era como si esa mente se hubiese hecho con un megáfono. Me hice consciente de cómo esta mente crítica se mantiene constantemente en segundo plano, intentando a cada momento tener una influencia sobre la manera en que vivimos nuestras vidas.

La depresión saca a la luz a esta mente crítica y nos permite apreciar su presencia en nuestro pensamiento. Aunque puede resultar más evidente y negativa durante la depresión, también puede realizar juicios positivos. En esas ocasiones puede resultar más difícil de observar. Pero los juicios positivos pueden acabar siendo tan problemáticos como los negativos, porque quiere decir que seguimos eligiendo, escogiendo, juzgando, evaluando y categorizando.

Nuestra mente crítica examina toda experiencia y determina si es agradable o desagradable, para a continuación decidir si debe ser buscada o evitada. Compara y agrupa todo aquello con lo que entramos en contacto. Analiza si se parece a otras cosas que ya hemos experimentado y le otorga una puntuación.
La mente crítica resulta indispensable en muchas de las actividades de nuestra vida. Se ha dicho que puede ser la causa de gran parte de nuestro sufrimiento, pero seguramente nos es de ayuda cuando queremos tomar el autobús. La dificultad es que no sabemos cuándo escucharla y cuándo tratarla como a un niño quisquilloso, con amabilidad pero con firmeza.

El constante elegir y preferir evita en última instancia que podamos experimentar nuestra vida. A menudo estamos demasiado ocupados tratando de analizar una experiencia con nuestras mentes en lugar de vivirla con una mente abierta. Al tratar de conceptuar todas las cosas, evaluarlas y ordenarlas, ignoramos la realidad de su interrelación.

Jesús dijo: "No juzguéis y no seréis juzgados". No es sólo una descripción de causa y efecto. La depresión nos permite ver que creamos gran parte de nuestros sufrimientos a través de los juicios que hacemos de otros y de nosotros mismos. Cuando juzgamos y discriminamos, en ese mismo momento nosotros también estamos siendo juzgados, porque nos vemos obligados a vivir en ese mundo de enjuiciamiento que nosotros hemos creado.

Exploración complementaria

Durante una meditación tranquila, después de haberse sosegado y permanecer observando la respiración, oriente la conciencia hacia el pensamiento. Manténgase al margen y observe sus propios pensamientos. Al principio puede resultar difícil, pero cada vez que se dé cuenta de que se ha vuelto a implicar en el pensamiento, no tiene más que regresar, sin juzgarse, a observar de nuevo.
Ponga especial atención a la manera en que juzga y organiza mentalmente. No trate de pararlo. Cuando sea consciente de que lo hace, sólo tiene que advertirse: "Juzgas".
Nuestra mente crítica y discriminadora es sutil. Puede que se dé cuenta de que se está juzgando a usted mismo: "Soy terrible por ser tan crítico", o: "Soy un mal meditador porque no puedo hacerlo". Cuando se dé cuenta de que se está juzgando a sí mismo, sólo tiene que tomar nota. Puede resultarle de ayuda el pensar: "Vaya, aquí viene la crítica de nuevo", como método para reducir la culpa anexa.
Cuando sienta que ya tiene suficiente, regrese a la respiración unos minutos antes de parar.
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En sus actividades cotidianas trate de orientar su conciencia al pensamiento y fíjese en qué momento está juzgando. Insisto en que no se eche la culpa. Sólo tome nota:"Vaya, de nuevo juzgando".
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Para experimentar de qué manera le afectan los juicios, trate de hacer cosas que siempre ha creído que odiaba. Escuche música de zarzuela, lea una novela de detectives, alquile una película de Sylvester Stallone, o mire un concurso televisivo. Hágalo con una mente abierta y ponga la atención sobre el pensamiento. Fíjese en cuándo y cómo juzga la experiencia. ¿Qué sintió al hacerlo?¡Estaba disgustado? ¿Le sorprendió ver que disfrutaba? ¿Se sintió superior a causa de las críticas que vertió?
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Pero ver cómo los juicios afectan sus relaciones con otras personas, identifique a una que le desagrada bastante, o hacia la que siente animadversión. A continuación, durante una semana, realice un esfuerzo para apartar esos sentimientos. Trate de imaginar lo que es la vida de esa persona. Sin que dicha persona se entere, haga algo amable por ella: déjele un trozo de pastel en casa, envíele una postal amistosa pero anónima, realice alguna tarea que esa persona tenga que hacer.
"¿Cómo se sintió respecto a esa persona durante esa experiencia? ¿Cómo se siente mientras lo hace? ¿Y al final de la semana?
¿Se comporta esa personas de manera diferente con usted? ¿Qué piensa de usted mismo ahora que lo ha hecho? ¿Era usted una "mala" persona antes? ¿Se juzga a sí mismo con orgullo por haber sido agradable durante una semana? ¿Es ese juicio correcto? ¿Importa si lo es o no?

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

miércoles, 14 de marzo de 2012

La sinceridad sin resquicios


Cuando el agua está contaminada, los peces se asfixian, cuando el gobierno es severo, el pueblo se rebela. 

Cuando la sociedad está en orden, te proteges con la justicia; cuando la sociedad es caótica, te creas tu propia justicia. 

La duplicidad no puede vencer a una sola persona; la sinceridad sin resquicios puede derrotar a cien personas.


Los sabios utilizan la cultura para comunicarse con la sociedad y utilizan la realidad para hacer lo que es correcto. No están atados a una sola senda; no se estancan o rehusan adaptarse. Sus fracasos son mínimos y sus éxitos cuantiosos y, por ello, sus directrices son aplicadas y nadie puede rechazarlas.


Cuando los sabios están en posición elevada, las gentes están satisfechas con el gobierno; cuando los sabios ocupan posiciones inferiores, las gentes estudian sus ideas. Cuando las personas triviales están en posiciones elevadas, no hay posibilidad de estar un instante tranquilo. 

El Tao de la política. Sobre el estado de la sociedad.

martes, 13 de marzo de 2012

La continuidad de los pensamientos

haideé iglesias



No permitas que los pensamientos negativos perturben tu práctica del Zen, tus relaciones con los demás o tu capacidad para afrontar las situaciones que se presenten. Si aparece un pensamiento negativo, concentra tu atención en él, extírpalo de raíz. Si permites que ese pensamiento subsista, no sólo te alejará de la iluminación sino que terminará volviéndote loco. 

Maestro Dahui

lunes, 12 de marzo de 2012

Regalando belleza

haideé iglesias

Un arbusto en flor
asalta la vista.
Me quedo quieta.

viernes, 9 de marzo de 2012

Zen y depresión. Cuatro caballos




Un buen caballo corre con sólo ver la sombra del látigo.
Buda

El Buda contó una historia sobre cuatro tipos de caballo y la manera en que aprendían a responder a su amo.
El primer caballo responde a la sombra del látigo; el segundo al sonido del látigo; y el tercero al sentir el látigo sobre la piel. Pero el cuarto caballo no respondía hasta sentir del dolor del látigo en sus carnes y médula.
El Buda hizo una comparación entre los caballos y la manera en que los buscadores espirituales respondemos a la guía que recibimos y el dolor que experimentamos en nuestras vidas.
A la mayoría de nosotros nos gustaría ser como el primer tipo de caballo, o al menos como el segundo o el tercero. Si nos preguntasen, nos gustaría decir que podemos aprender y responder con rapidez. No queremos tener que esperar hasta que estemos destrozados para poder cambiar.
Pero el hecho es que la mayoría nos asemejamos al cuarto caballo. No cambiamos hasta que el dolor es tan grande que no podemos seguir soportándolo.
Puede que lo sepamos secretamente, pero sentimos que hay algo equivocado o vergonzoso en ello, en que ser como el cuarto caballo es ser lento y estúpido. Y eso es lo último que queremos admitir cuando estamos en medio de la depresión.
El hecho es que esta historia nos puede dar cierta perspectiva. Puede ayudarnos a alcanzar cierta comprensión y aceptación de nosotros mismos.
No tenemos que pensar que somos estúpidos o lentos. Por el contrario, podemos decirnos a nosotros mismos:"Ah, soy como el cuarto caballo porque soy humano".
De hecho, en ser el cuarto caballo radica un gran valor. Porque necesitamos sentir el dolor en nuestras carnes, podemos estar seguros de que cuando aprendemos una lección, no sólo la aprendemos superficialmente, sino en lo más profundo. Cuando nos llega la hora de recordar esa lección y utilizarla en nuestra vida, podemos hacerlo de forma eficaz porque la hemos interiorizado.
También podemos considerar la historia de los cuatro caballo como una descripción del proceso de aprendizaje. Podemos aprender a no tener que sentir el látigo en nuestras carnes y médula en todas las ocasiones, sino que es en la próxima podemos responder nada más sentir el roce del látigo sobre la piel.
En la depresión a veces sentimos que el dolor y el sufrimiento nos atraviesan hasta el tuétano, y tal vez de esa manera empezamos por fin a responder al dolor. También podemos sentir que somos lentos y estúpidos porque nos ha llevado mucho tiempo empezar a buscar las causas de nuestro dolor.
La verdad es que eso no importa. Lo que importa es que estamos aquí y que aprendemos de nuestro dolor ahora. Ni siquiera leería este libro si no estuviese preparado para hacer algo con su dolor. Eso demuestra que puede aprender y que puede sanar.
En realidad, también hay un quinto caballo, uno que no corre a pesar de la fuerza del látigo ni del dolor que le causa. La velocidad con la que cambie y sane no es importante. Lo que importa es que está respondiendo y aprendiendo.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

jueves, 8 de marzo de 2012

Distendida

haideé iglesias

En la oquedad recóndita de lo que pervive más allá del movimiento, se condensan las acciones que liberarán estas lagunas, falsas lagunas. Colores limpios que alumbran la altura sin subirse a ella... no hay donde subirse, ni a donde bajarse... 
Distendida, proclamo el silencio inmutable en el que las nubes recorren el cielo... 

miércoles, 7 de marzo de 2012

Mimosa

haideé iglesias
Un presente recibido

jueves, 1 de marzo de 2012

Silencio III

Silencio
Si.len.cio
Si...len...cio
Si.........len........cio
Si...............len.............cio
Si..........................len.....................cio
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Si.....................................................len.....................................cio
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miércoles, 29 de febrero de 2012

Cuando oscurece


Me gusta percibir como la luz se va debilitando cuando cae la tarde. Sentir como el ritmo del cuerpo se desacelera entregándose a la noche. Una sensación cada vez más difícil de vivir para aquellos que habitamos las ciudades. Algo tan natural como la oscuridad se ha convertido en el enemigo a combatir. Nos hacemos tantos enemigos que ya no encontramos el modo de vivir en la sencillez. 

haideé iglesias

En estas dos imágenes se aprecia el momento en el que la luz se va desvaneciendo, sumiendo todo en una amalgama indefinible. Y... poco dura la sensación... Aparecen las luces que nos ocultarán la magnifica visión del cielo estrellado. Ahora serán las luces las estrellas que con su artificio nos distraen de la verdadera luz. 

He leído una agradable noticia. En una población han realizado una auditoría para saber cuanta luz tenían de más. Consiguieron reducir hasta doce horas de luz artificial por la noche. Este lugar es un referente para la observación del cielo. Sería bonito poder realizar aquí esta misma opción para no vivir encarcelados por la luz. Una luz que nace del miedo. A menos miedo, más libertad.

martes, 28 de febrero de 2012

Confusión esclarecedora

haideé iglesias

En las confusas redes de la mente
se encuentras las mismas respuestas
esclarecedoras que tan ansiosamente buscamos. 
Dejándonos caer encontramos la Verdad.

lunes, 27 de febrero de 2012

Zen y depresión. Mente paternal


Un padre, con independencia de su pobreza o de circunstancias difíciles, ama y cría a su hijo con cariño. ¿Cuán profundo es un amor así? Sólo un padre pude entenderlo. Un padre protege a sus hijos del frío y los cubre del calor del sol sin preocuparse por su bienestar personal. Sólo una persona en la que está presente esa mente puede comprenderlo, y sólo una en quien esa actitud se haya convertido en un hábito my arraigado puede realizarlo completamente. Eso es lo esencial de ser padre. De la misma manera, cuando tratéis con agua, arroz o cualquier otra cosa, debéis tener la consideración y el cariño de un padre que cría a su hijo.
Dogen, instrucciones para el cocinero

En los últimos años se ha hablado mucho sobre encontrar el niño interior. En la depresión no tenemos ninguna dificultad a la hora de encontrar a esa persona dentro de nosotros. De hecho, en muchos sentidos la depresión es un regreso a los modos infantiles. Somos incapaces de cuidar de nosotros mismos. No queremos comer bien; queremos comer tarde; tal vez queramos comer helado por la mañana. No queremos hacernos cargos de las responsabilidades que entraña ser adulto. Nos asusta salir solos al mundo exterior. Si tenemos hijos nos es difícil tratarlos (o a nosotros mismos) con una mente paternal.
Necesitamos un padre o una madre para que nos guíe a tra´ves de la depresión. Necesitamos hallar a nuestro propio adulto interior, lo que podríamos denominar nuestra propia mente paternal.
¿Cuáles son las características de la mente paternal?
Los padres son pacientes y observan progresos en los pasos más pequeños. Los padres practican el amor y la aceptación incondicionales. Los padres se esfuerzan por ser ecuánimes, pero si se enfadan o frustra, la emoción tiene corta duración y no poden en peligro a nadie. Esta rabia desaparece rápidamente y es utilizada como una oportunidad para enseñar y aprender.
Los padres están vigilantes y alerta. Los padres están dispuestos a ceder su sitio. Los padres son siempre conscientes de la impermanencia (y si no lo son, su hijo es un recuerdo viviente). Los padres se dan cuenta de que no pueden controlas sus circunstancias sino sólo tratar de disponerlas de la mejor manera.
Los padres crean las oportunidades para que la alegría se manifieste en cualquier momento y para experimentarla en placeres sencillos y pasajeros, o bien disfrutando de ella en la presencia de otras personas.
Los padres saben que a veces deben adoptar un papel que les viene grande. Los padres siempre están dispuestos a aprender de cualquier situación o persona, incluso de alguien menos experimentado.
Los padres comprenden que los resultados de las acciones no siempre son visibles de una manera inmediata, ni tampoco predecibles. Y por ello los padres siguen adelante gracias a la fe. Pero el acto más verdadero y relacionado con el hecho de ser padres es tener fe, tanto en este momento como en cierto tipo de futuro, con lo que nos depare.
Adoptar ese estado mental mientras se atraviesa una depresión puede resultar de mucha ayuda, tanto para nosotros como para las personas con las que tratamos. De esa manera podemos llegar a comprendernos mejor y de paso a los demás. El resultado es que podemos actuar con mayor atención y compasión hacia todas las personas con las que entramos en contacto.
Los maestros budistas suelen utilizar el término "mente de mono" para describir el constante saltar de pensamiento en pensamiento. El término me recuerda a los libros sobre el personaje del mono George el Curioso que le leía a mi hijo. George es como un niño que empieza a andar, y va rebotando de una experiencia a otra, siempre en busca de emociones y nuevas experiencias. Nunca piensa en las consecuencias de sus actos.
Todos podemos llegar a ser como George el Curioso, pero estamos especialmente inclinados a adoptar la mente de mono cuando nos hallamos en las garras de la depresión. Y, al igual que George el Curioso descubre al final de cada historia, necesitamos una mano firme pero cariñosa que nos ponga firmes, que se mantenga al tanto de lo que hacemos y que nos salve de todo peligro.
Podemos hallar algo así en nosotros mismos cuando descubrimos nuestra propia mente paternal.

Exploración suplementaria

A lo largo del día, trátese a sí mismo del mismo modo que trataría a un niño pequeño del que tuviera que cuidar. Si comete errores o se confunde, o se enfada, o tiene miedo, piense en cómo respondería si ese niño hiciese lo mismo. A continuación, respóndase a si mismo de igual manera.
¿Reñiría a gritos, avergonzaría o chillaría a un niño pequeño? ¿O bien le hablaría con dulzura, paciencia y comprensión? Si el niño cometiese un error, ¿le diría que es un estúpido y un inútil, o bien que aprendemos gracias a cometer errores?
Considere sus necesidades físicas de la misma manera. ¿Permitiría que un niño durmiese poco, o que sólo comiese azúcar, o que no tuviese tiempo para jugar y relajarse? ¿Puede ofrecerse a sí mismo algo de ese mismo cariño y respeto?
También es cierto que necesita marcarle los límites, no permitiéndole las pataletas, o herir a otros, o actuar irrespetuosamente con usted o con los demás. Haga eso con usted mismo.
¿Puede mostrarse cariñoso consigo mismo y saber que cumplirá sus promesas?
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El Buda dujo que todos nosotros deberíamos tratar a los otros seres como si fuesen nuestras madres y nuestros hijos al mismo tiempo /y si cree en la reencarnación, puede que lo haya sido en alguna ocasión)
¿Qué Significa tratar de esa manera a las personas que le rodean? ¿Puede mostrarse comprensivo con las personas difíciles que encuentra en su vida a la vez que marca los límites y sabe decir no? ¿Puede tratar a los seres amados con el tipo de respeto y gratitud que sentiría por alguien que le ha cuidado, alimentado, protegido y enseñado?
¿Cómo le sienta actuar hacia otros de esa manera, incluso en pequeñas dosis? ¿Cómo responden con usted esas personas? ¿Le resulta difícil? ¿Le va resultando más fácil con la práctica? ¿Cómo afecta a su depresión ese comportamiento?
¿Cómo se siente cuando actúa de esa manera consigo mismo? ¿Le resulta más fácil con la práctica? ¿Cómo afecta a su depresión?

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

viernes, 24 de febrero de 2012

Despistes :)


haideé iglesias

No, no los de la primera imagen, sino los que estoy viviendo :)
Ya van dos entradas sobre  Zen y depresión repetidas. Esto de vivir sin controlar es muy entretenido... y le ayuda a uno a soltar... :)

La primera imagen es el resultado de probar para captar el movimiento de la planta que estaba siendo movida por el aire... y me gustó ;) 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Nada más valioso. Nada más urgente

haideé iglesias

Nada es más valioso en la naturaleza humana que la benevolencia; nada más urgente que la sabiduría. La benevolencia es la base; la sabiduría el medio de llevarla a la práctica. Con ambas cualidades como fundamento, se realiza todo lo que es beneficioso, con el añadido de la valentía, la fuerza, la inteligencia, la rapidez, la diligencia, la astucia, la agudeza, la brillantez y la perspicacia.
Pero si alguien no está desarrollado personalmente y goza de destrezas técnicas sin que éstas se vean acompañadas de sabiduría, es como si cabalgaran en una montura rápida sin saber que camino tomar. 
Aunque uno tenga talentos y habilidades, si los usa de manera impropia y los maneja inadecuadamente, ello sólo puede producir falsedad y error. En este caso es mejor tener pocas habilidades técnicas que el tener muchas.
Por tanto, al ambicioso no se le debe dar un poder práctico; al loco no se le deben proporcionar instrumentos afilados. 

El Tao de la política. Sobre la guerra. 

viernes, 17 de febrero de 2012

Paisaje emocional

haideé iglesias

Sin razón que lo entorpezca... 
Disfrútalo, vívelo. Siéntelo y
abandónate a la emoción que surge 
al contemplarlo...

Paisaje emocional
liberación espiritual.

jueves, 16 de febrero de 2012

El temor a la conciencia o ir contra corriente

haideé iglesias

El dominio del grupo sobre el individuo lleva a convicciones colectivas y a acciones colectivas que no resisten una observación concreta y que al mismo tiempo la impiden y la deniegan. Aquí se pone de manifiesto el grado de exigencia que se le reclama al individuo para liberarse de las garras de la conciencia de grupo y sus mandatos. Debe superar el temor a las sanciones con las que le amenazan y que aplican todos aquellos que permanecen en las convicciones y mandatos de su grupo. Sólo más allá de ese temor puede exponerse a la realidad tal como se muestra y más allá de la conciencia puede adquirir aquellas comprensiones que lo liberan de la ceguera y las imposiciones de la conciencia aunque quizás sólo parcialmente. 

Bert Hellinger

Ir contra corriente le hace a uno más vulnerable y más vivaz. La presión puede ser descomunal, mas, la presión interior es aún más fuerte cuando uno se traiciona a si mismo dejándose arrastrar por miedo, miedo que no es más que un invento mental alimentado por nosotros mismos, una y otra vez. 
Como he comprobado más de una vez, esos miedos pueden ser tan ficticios como lo quiera experimentar aquella persona, también niños, que necesite encontrar algo parecido a un apoyo emocional por parte de quienes le imponen otros miedos o carencias afectivas de no reconocimiento si no haces lo que el grupo quiere (familia, amigos, compañeros de trabajo, ... comentaristas, ahora en internet...) 
Digo que ir contra corriente le vuelve a uno más vivaz. Si, porque se despierta esa inteligencia natural que está tan ofuscada por las creencias. Así que: ¡ánimo!  :) El miedo no sólo sirve al grupo, también  nos ayuda a liberarnos del mismo miedo...

miércoles, 15 de febrero de 2012

Zen y depresión. No es lo que creemos



No puedes conseguirlo pensando; no puedes buscarlo sin pensar.
Poema Zen

A menudo, cuando iniciamos nuestra andadura en el camino espiritual, pensamos que seguirlo es sólo cuestión de hacer lo correcto. Esperamos que si simplemente nos decidimos a seguir las reglas o cierto código de comportamiento, podremos encontrar alegría, iluminación o paz.
Eso puede convertirse en un problema específico durante la depresión. A menudo estamos tan desesperados, con tanto dolor, que seguiríamos a cualquiera o cualquier cosa que nos ofreciera respuestas fáciles y resultados predeterminados.
Pero la verdad es que el camino espiritual nunca es tan simple como eso. No es lo que creemos que es. En su esencia nunca puede ser sencillamente cuestión de seguir las formas externas adecuadas. De hecho, la verdad no va a encontrarse por pensar en ella de una forma en particular, o por actuar de una cierta manera. No se encuentra por vestir un tipo particular de vestimenta, o por afeitarse la cabeza, o por dejarse el pelo largo.
No se trata de dejar de sentirse perturbado o fastidiado por el sufrimiento o las decepciones de la vida. No se encuentra en el hecho de colocarse una máscara de calma a todas horas. No se encuentra en no pensar en uno mismo y dedicarse a de manera incansable a hacer cosas para los demás. Ni tampoco se encuentra pensando sólo en uno mismo. De hecho, no se encuentra en nada de lo que se piensa.
Por el contrario, se encuentra al aceptar a todos y todo con compasión y atención. Se encuentra en el estar presente encuentra en el estar presente en nuestra vida junto con todo nuestro corazón y nuestra mente. Y, en lugar de en un conjunto de creencias o acciones –cualquier cosa que creemos saber–, se encuentra en la disposición a no saber, en mantener esa apertura y curiosidad con las que nacimos.

Exploración complementaria
¿De qué maneras ha tratado de hallar la verdad, la paz y la felicidad que busca? La mayoría de esos intentos han acabado en fracasos. Ha descubierto que la esperanza y las promesas que creyó haber hallado le han conducido a otro callejón sin salida.
Pero ha habido ocasiones en las que ha sentido que todo en el mundo estaba bien, cuando se ha sentido totalmente a gusto en su vida, una parte de todo lo que le rodea. Se ha sentido en paz, y ha sentido alegría en su vida, y se ha sentido agradecido de estar vivo.
Tal vez fue en una ocasión en que jugaba con su hijo, o cuando se hallaba sentado con una migo íntimo, o al mirar la luna llena. O tal vez no estaba haciendo nada. O puede que estuviese atravesando una temporada dolorosa, pero en la que todo pareciese ser exactamente como debía ser en esos momentos.
Piense en una o dos de esas ocasiones. Mire más allá de los detalles particulares de la situación, a lo que sintió que estaba más allá de esos detalles. ¿Puede identificar qué es lo que le permitió ver y sentir esa intimidad con usted mismo y con su vida? En eso es donde empezará a hallar su camino.

Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

martes, 14 de febrero de 2012

El arte de la paz XII

haideé iglesias

El arte de la paz no es un objeto que nadie posea, ni tampoco algo que puedas darle a alguien. Debes comprender el arte de la paz desde el interior y expresarlo en tus propias palabras.

Morihei Ueshiba

lunes, 13 de febrero de 2012

Verdadero interés

haideé iglesias

Si, verdadero interés, porque el estómago reclama alimento. No hay tiempo para distracciones. 
Y sin embargo, disfruta la vida. 
Sabe de lugares donde tomar baños de polvo o de agua. Donde tomar el sol y atusar el plumaje protegido por ramajes. Donde guarecerse en los días de lluvia, cuando no busca el escaso alimento que en esos días es posible encontrar. 
Siempre viviendo. 
En presente, con verdadero interés.
-------
No, no está bien expresado "y sin embargo"... Así se deriva en tiempo y no piensa en el tiempo el gorrión. Así pues, mejor digo: Sabe disfrutar de la vida. Y lo sabe porque no piensa en ello :)

miércoles, 8 de febrero de 2012

Fluir

haideé iglesias

Con la dulzura de un pincel invisible... 

martes, 7 de febrero de 2012

Zen y depresión. Comunidad



Puede parecer que me he apartado
de la gente del mundo, y sin embargo, ¿por qué
nunca he dejado de pensar en ellos?
Ryokan

La palabra sánscrita sangha hace referencia a la comunidad de personas que practican el budismo. En principio designaba a la comunidad de mojes, pero con los años su significado se amplió para incluir a la comunidad laica. Algunos maestros han extendido el término todavía más, hasta que ha llegado a incluir a todos los seres sintientes. No es ninguna exageración, pues como el mismo Buda dijo: "Me iluminé junto con todos los seres".
En el budismo, el sangha es considerado como una joya o tesoro precisamente porque puede sernos de ayuda al recorrer el camino espiritual. Claro está como ocurre con cualquier comunidad, también puede ser una fuente de frustración, y en ocasiones puede incluso parecer un obstáculo.
El sangha ha sido comparado con un rodillo de tambor lleno de piedras. Cuando todas las piedras dan vueltas entrechocan unas con otros, sus bordes más ásperos van siendo limados, y empiezan a ser más suaves. Cuando las sacamos del tambor, no se parecen en nada a lo que eran antes de meterlas. No sólo están más suaves, sino que revelan una nueva belleza, con colores y formas que antes no podían apreciarse.
Cuando nos encontramos sufriendo una depresión puede que nos sintamos separados de cualquier tipo de comunidad. Los gruesos cortinones que nos envuelven nos mantiene aislados y nos resulta difícil acercarnos a los demás. No resulta especialmente difícil conectar cuando los demás nos ofrecen consejo o nos dicen qué hacer.
Podemos tratar de hablar con amigos de lo que nos sucede, pero la mayoría de las personas sólo pueden escuchar nuestros pensamientos y miedos –y nuestra conversación acerca de la desesperación y el dolor– durante un corto espacio de tiempo, hasta que se sienten impelidos a detenernos o alejarse. Les resulta difícil escuchar, porque nuestras palabras ponen de relieve algunos miedos y aflicciones que existen en el interior de sus propias vidas.
Incluso aquellos que están dispuestos a escuchar, que tratan de estar presentes para nosotros, sienten que nuestras palabras son como mensajes que les llegan desde un país lejano. Les hablamos de las visiones y sonidos de una tierra que nunca han visto, y nuestras palabras nos limitan respecto a lo que podemos comunicarles. Resulta difícil poner nuestros miedos en palabras. Aunque necesitemos el contacto humano más que nunca, podemos acabar sintiéndonos frustrados y fracasados en nuestros intentos de hablar con los demás.
El ejemplo de los grupos de autoayuda –que redescubrieron el valor del sangha en este siglo– puede venir en nuestro auxilio en esos momento. Puede hacernos mucho bien el poder hablar con oras personas que conocen o han experimentado lo que nosotros estamos pasando. Podemos descubrir que no estamos solos, y que hay otras personas que han pasado por la depresión y han sobrevivido. Puede que incluso hayan tenido algunas revelaciones que nos pueden ser de ayuda. Cuando estamos en compañía de esas personas no necesitamos invertir un montón de energía en tratar de explicar qué nos sucede. Hallar por fin a alguien que nos entienda es un gran alivio.
A veces es posible encontrar a alguien –o a veces a varias personas– a las que unas pocas palabras basten para decirles todo lo que queremos que sepan. Entonces nos sentimos escuchados, y reconocidos, y comprendidos. A menudo, con dichas personas, ni siquiera necesitamos hablar. Sabemos que cuando estamos con ellas no sentimos ninguna ansiedad.
Una persona que ha pasado por una depresión puede ofrecernos ejemplo de valentía. Esas personas saben lo que es la depresión, y por ello la temen menos de lo que pueden temerla otros que no han pasado por dicha experiencia. Son una prueba viviente de que podemos sobrevivir a ella. Pueden hablarnos de lo que les fue de ayuda y explicarnos cómo nosotros podemos también utilizarlo. Sus palabras están imbuidas de la autoridad que confiere la experiencia.
Muchas personas dedicadas a profesiones de ayuda, y muchos maestros y consejeros espirituales, no han pasado por lo que usted puede estar experimentando. Pueden tener muchos conocimientos en sus áreas de experiencia, pero carecen de la comprensión, del terreno común, de la experiencia visceral, para poder conectar de verdad con alguien que se encuentra en las profundidades de una depresión.
La comunicación íntima con alguien que ha explorado el mismo paisaje interior puede darnos seguridad y esperanza. En ella podemos hallar la fuerza para volver de nuevo a una comunidad más amplia. Podemos empezar a sanar y atravesar la barrera de la depresión para alcanzar un lugar donde volver a formar parte de la comunidad de todos los seres.
Un amigo muy sabio, que compartió conmigo su propia lucha con la depresión, lo explicó muy bien: "Es como si ambos estuviésemos en puntos diferentes a medio camino de un peligroso y empinado acantilado. No estamos seguros de si seguir avanzando o volver abajo. Y debemos poner caso toda nuestra energía en la peligrosa situación en la que ambos nos encontramos, de manera que podemos ofrecernos muy poca ayuda. Pero qué alivio más grande poder hablar con alguien que también está en el mismo acantilado, con alguien a quien poderle preguntar: "¿Cómo es la ruta?" ¿Tienes miedo? ¿Te parece que hemos recorrido bastante trecho desde que empezamos a escalar?".
Contar con un compañero en cualquier camino no es poca cosa.

Exploración complementaria

Siéntese tranquilamente con un ser amado y observen juntos la respiración. Siéntense cara a cara. O si sienten la suficiente confianza, pueden sentarse uno frente al otro y mirarse directamente a los ojos.
Permanezcan en silencio, observando su propia respiración, compartiendo el momento. Tranquilícese y disfrute sintiendo la presencia de la otra persona, escuchando su respiración a la vez que la suya propia.
Si la otra persona se mueve, reconozca que está lidiando con la misma intranquilidad y desasosiego que usted mismo.
Continúen sentados, descansando en el conocimiento de que no siempre está solo sabiendo que hay otros que pueden acompañarle en su viaje, aunque ellos estén recorriendo su propio camino.
Cuando hayan acabado, háganse una reverencia mutua, o reconozcan de cualquier otra manera lo que acaban de compartir.
-------
Después de sentarse con esa persona, o más tarde,den un paseo o coman juntos en silencio y con atención. Vuelvan a compartir la tranquilidad y el disfrute de hacerlo en presencia del otro.
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Una de cada siete mujeres y uno de cada doce hombres están pasando por una depresión. Arriésguese a acercarse a alguien que sepa que está pasando por ello. Hágale saber que usted está también en la misma situación y pregunte si le gustaría reunirse con usted para compartir sus luchas. Puede que incluso quieran organizar reuniones periódicas con este fin. Hágale saber que como usted conoce lo que se la depresión, no se sentirá herido si no le responde de inmediato o no se siente dispuesto a reunirse con usted.


Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.

(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)

viernes, 3 de febrero de 2012

El bosque y la soledad

haideé iglesias

Todos los maestros dicen que el tesoro espiritual es un descubrimiento solitario. 
–¿Entonces por qué estamos juntos? –preguntó uno de los discípulos a Nasrudín.
Ustedes están juntos porque un bosque siempre es más fuerte que un árbol solitario –respondió Nasrudín. El bosque mantiene la humedad del aire, resiste mejor el huracán, ayuda a que el suelo sea fértil.
Pero lo que hace fuerte a un árbol es su raíz. Y la raíz de una planta no puede ayudar a otra planta a crecer. 


miércoles, 1 de febrero de 2012

Tarde de frío y lluvia

haideé iglesias

Tarde de frío y lluvia
despejan los sentidos
y nos yergue 
para encontrarnos 
a nosotros mismos.

Se desdibujan
pensamientos
en las corrientes 
del viento
para hallarse
en las narices del
desconsuelo.

Quisiéramos
hacer todo perfecto
mas
comprobamos 
que cuanto más hacemos
menos logros obtenemos.
Y desilusionados
pretendemos culpar
por no sentir la culpa
en nuestro seno.
Dolores ajenos 
no curan las heridas
propias.
El amor derriba
armazones
inconexos
y hiela 
las malas artes
de la confusión 
que aterida
no sabe quitarse.

Delicioso viento
si... 
Sopla
y nos avisa
para que nos cobijemos
sin miedo
en las manos
sabias de la naturaleza.

Tarde de frío y lluvia
con viento.
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