Creada originalmente por Haideé Iglesias
Un rey convocó en una ocasión un concurso para premiar al artísta capaz de realizar una obra que imitase a la naturaleza, de tal modo que nodie fuera capaz de distinguirla del modelo original. Se presentaron muchas esculturas mágnificas, de gran belleza y delicadeza, pero comparadas con el modelo natural, todas ellas podían ser diferenciadas por un motivo u otro. Pero un día se presentó un viejo artísta que mostró al jurado una cesta llena de hojas verdes. Durante años había estado el escultor trabajando con un jade hasta finalizar aquella pieza maestra absolutamente idéntica a unas hojas de verdad. Hasta el más mínimo detalle, hasta el más ligero matiz estaban persentes en aquella escultura excepcional. Examinadas las hojas presentadas por el viejo escultor, ninguno de los presentes fue capaz de distinguir cuál de todas ellas era la pieza artificial y cuáles eran las naturales. Lógicamente, el premio le fue concedido de inmediato. Feliz por aquel resultado, el rey mandó llamar a su sabio consejero.
–Contempla, mi buen amigo, la obra maestra que ha ganado el concurso. Seguro que nadie es capaz a simple vista de distinguirla de unas hojas verdaderas. Este irrepetible artista ha estado trabajando más de diez años en su obra, y ha demostrado que la mano del hombre es capaz de igualar en belleza a la naturaleza. Me gustaría conocer tu opinión.
–Mi opinión es que si un árbol tardase más de diez años en hacer unas hojas, ¡apañádos estaríamos! –contestó el consejero entre risas.
Esto mismo contestaría yo a algunos ciéntificos que presumen de sus logros en el ámbito de la medicina, pero no sólo, queríendo imitar a la naturaleza en cuanto a la perfección del funcionamiento del cuerpo humano.¡Ay!
Muchas gracias Haideé, por compartir tan ilustrativo relato...
ResponderEliminar"... no olvidemos que el conocimiento [intelectual, científico] y las aptitudes técnicas no llevan a la humanidad a una vida digna y feliz. La humanidad tiene todo su derecho a colocar a aquellos que expresan valores morales por encima de aquellos que descubren la realidad objetiva. Lo que la humanidad debe a Buda, Moisés y Jesús es mucho más importante que (...) las investigaciones realizadas por las mentes de científicos. La humanidad debe defender con todas sus fuerzas las enseñanzas de estos grandes hombres si no quiere perder su "raison d'etre", la certidumbre de su destino y la alegría de su existencia." (Albert Einstein).
Extraído de http://www.testimonios-de-un-discipulo.com/Index.html