jueves, 4 de noviembre de 2010

Psicología de la meditación oriental (XI) y última


Nuestra psicología occidental tiene realmente tanto alcance como el yoga, en el sentido de que es capaz de demostrar científicamente un estrato unitario más profundo del inconsciente. Los motivos mitológicos, cuya existencia ha sido comprobada por la investigación del inconsciente, constituyen en sí, es cierto, una pluralidad, pero ésta culmina en un ordenamiento concéntrico y radiado, que forma realmente el centro o la esencia del inconsciente colectivo. Debido a la notable coincidencia entre las experiencias del yoga y los resultados de la investigación psicológica he escogido para este símbolo central el término sánscrito mandala, "el círculo".
Pero podría plantearse la pregunta: ¿cómo es posible que la ciencia haya llegado a tales conclusiones? Para ello hay dos cominos. El primero es el histórico. Analicemos en primer lugar, por ejemplo, los métodos introspectivos de la filosofía natural de la Edad Media y veremos que utiliza siempre de nuevo el círculo, dividido generalmente en cuatro sectores, para simbolizar el principio central y usando para ello la alegoría de la cuaternidad eclesiástica, tal como se encuentra en numerosas representaciones del rex gloriae con los cuatro evangelistas, los cuatro ríos del Paraíso, los cuatro vientos, etcétera.
El segundo camino es el empírico-psicológico. En un cierto estadio del tratamiento psicológico, los enfermos dibujan a veces en forma espontánea mandalas semejantes, sea porque lo sueñan, o porque repentinamente sienten la necesidad de comprender su desorden espiritual por medio de la representación de una unidad ordenada. Nuestro santo nacional, el bienaventurado hermano Nicolás von der Flüe sufrió un proceso semejante, cuyo estado final puede verse todavía en la iglesias parroquial de Sachseln. en la imagen de una visión de la Trinidad. Ordenó su visión aterradora, que lo conmovió hasta lo más hondo, con ayuda de los dibujos circulares del pequeño libro de un místico alemán.
Pero, ¿qué dice nuestra psicología empírica respecto al Buda sedente en el loto? Cristo, para el occidental, debería estar entronizado, consecuentemente, en el centro del mandala. Como hemos dicho, así sucedía en la Edad Media. Pero nuestros mandalas modernos, cuya aparición espontánea hemos visto en numerosos individuos, sin prevención ni intromisión externa, no contienen ninguna figura de Cristo y menos la de Buda sedente en el loto. [...]
Entre el mandala cristiano y el budista existe una diferencia sutil, pero enorme. El cristiano en contemplación no dirá nunca: Yo soy Cristo, sino que reconocerá con San Pablo: "ahora yo no vivo, sino Cristo vive en mi". Pero nuestro Sutra dice: reconocerás que eres Buda. En el fondo el reconocimiento es el mismo, pues el budista sólo logra este reconocimiento cuando es anatman, es decir, cuando no tiene ya sí-mismo; pero en la fórmula hay una infinita diferencia: el cristianismo alcanza su fin en Cristo, el budista reconoce que él es Buda. El cristiano llega del mundo transitorio con su yo adherido al mundo de la conciencia, el budista en cambio descansa todavía en el fondo eterno de la naturaleza interior, cuya identidad con la divinidad o con el ser universal encontramos también en otros creencias indias.

*** *** ***

Buda no es un ser, es un estado. Para mi, en eso se diferencian, en que el cristianismo habla de un ser del que uno se siente acompañado, y en el budismo de en un estado en el cual uno se ha liberado. Mas, también es posible que todo sea lo mismo pero al ser transmitido por parte de los cristianos se haya convertido en algo que parece tener una gran diferencia.
Es posible que el inconsciente colectivo alcance bastante más allá de lo que se está considerando en esta reflexión de Jung, respecto a lo mitológico, y pueda ser también conciencia, la conciencia que nos une a todos. Las palabras separan –más que unen– la conciencia.

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