He dicho antes, que entre nosotros no se ha desarrollado nada semejante al yoga. Esto es totalmente correcto. Entre nosotros, como corresponde a los prejuicios europeos, se ha desarrollado una psicología médica, que se ocupa especialmente de las kleças. La hemos llamado la "psicología del inconsciente". la corriente iniciada por Freud ha reconocido la importancia del aspecto sombrío del hombre y su influencia en la conciencia y ha abordado este problema. Esta psicología se ocupa en forma destacada de aquello que nuestro texto calla y da por liquidado. El yoga conoce muy bien el mundo de los kleças, pero el apego a la naturaleza de su religión desconoce el clonflicto moral, que es el significado de kleças para nosotros. Un dilema ético nos separa de nuestra sombra. El espíritu de la India se desarrolla a partir de la naturaleza. El nuestro está contra la naturaleza.
El suelo de lapislázuli no es transparente para nosotros, porque antes hay que resolver el problema del mal de la naturaleza. Esta cuestión puede ser resuelta, pero no seguramente con argumentos racionalistas superficiales ni con palabrería intelectual. La responsabilidad ética del individuo puede dar una respuesta válida. Pero no hay excepciones ni prórrogas, sino pago hasta el último centavo. Entonces el suelo de lapislázuli puede volverse transparente. Nuestro Sutra exige que se trasponga el mundo de sombras de nuestras fantasías personales, es decir, del inconsciente personal, y entonces se continúe hasta presentar una figura simbólica, que al principio nos parece extraña. Se trata de una figura geométrica radiada, de "ocho lados", de un llamado ogdoas, un octógono. En el centro aparece el loto, en el que está sentado Buda, y la experiencia definitiva es, por último, el reconocimiento de que el que medita es Buda él mismo, con lo cual parece deshacerse el nudo del destino anudado por el relato. El símbolo construido en forma concéntrica significa evidentemente la máxima concentración, que sólo se alcanza cuando la abstracción y la trasmisión del interés, antes señaladas, se desviaron de las impresiones del mundo sensorial y las representaciones ligadas a objetos y se estimuló hasta el límite la atención, al trasfondo de la conciencia. El mundo de la conciencia con su fijación al objeto, y aún el centro de la conciencia. el yo, se extingue, y en su lugar, aparece un acrecentamiento infinito del resplandor, el mundo de Amitabha
Desde el punto de vista piscológico, esto significa que, detrás o debajo del mundo persona de la fantasía y del instinto, aparece un estrato más profundo del inconsciente, que en contraposición al desorden caótico de las kleças, es de un orden y una armonía supremos, y que en oposición a su pluralidad, representa la unidad, que todo lo abarca, del bodhimandala, del círculo mágico de la iluminación.
¿Qué tiene que decir nuestra psicología a esta afirmación india de un inconsciente suprapersonal, que abarca al mundo y que en cierto modo aparece cuando la oscuridad del inconsciente personal se ha hecho trasparente? Nuestra moderna psicología sabe que el inconsciente personal sólo es un estrato superficial, que descansa en un fundamento de constitución completamente diferente. Éste recibe el nombre de inconsciente colectivo. La base de esta denominación es el hecho de que, a diferencia del inconsciente personal y de su contenido puramente personal, las imágenes del inconsciente más profundo tienen un carácter señaladamente mitológico. Lo que quiere decir que coinciden, por su forma y contenido con aquellas representaciones primitivas universales que sirven de base a los mitos. No son ya de naturaleza personal, sino suprapersonal y por lo tanto comunes a todos los hombres. Por ello pueden comprobarse en los mitos y cuentos de todos los pueblos y todas las épocas, así como en los individuos aislados, aún cuando éstos no tengan la menor noción de la mitología.
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