miércoles, 21 de septiembre de 2011

El narcisismo ¿qué es? (VIII e) Definición del trastorno narcisista de la personalidad. Falta de empatía


"Hitler mostraba la seguridad de sonámbulo que sólo tiene una persona extremadamente narcisista..., Hitler no se interesaba por nadie, de manera que estaba libre de todo cálido sentimiento. Podía mostrar una agresividad sin límites aún contra sus colaboradores principales, alternándola con gestos y sonrisas benévolas y amables. Con otras palabras, mediante esta conducta les hacía sentirse como niños pequeños, ofreciéndose como el ídolo que todo lo sabe, todo lo puede y todo lo castiga!.

E. Fromm


Se entiende por empatía la capacidad de "sentir con" otro. Es decir, la empatía implica compartir la emoción percibida en otro. La empatía es una respuesta emocional que brota del estado emocional de otro y que es congruente con dicho estado. (Eisenberg y Strayer, 1987). Sin embargo, no conviene pasar por alto la distinción del aspecto "como si", diferenciación mínima entre uno mismo y otro que postulaban varios autores (Feshbach, 1978; Kohut, 1978). En definitiva, la empatía supone la capacidad de participar generosamente y con afecto de la realidad ajena. Según Rogers (1959) se puede describir tal situación con la expresión "mirada positiva incondicional", la cual posibilitará que el sujeto se sienta aceptado y reconocido.

Por tanto, la nula empatía expresa la incapacidad para reconocer y experimentar lo que los otros sienten. La ausencia de empatía es típica de la patología narcisista y por ello el trastorno narcisista de la personalidad se caracteriza por la negación de los sentimientos. La inhibición de la expresión de los afectos y emociones tiene jugar porque el narcisista piensa que al expresarlos se vuelve vulnerable. Las personas narcisistas se defienden ante el posible daño no necesitando o no expresando deseos.

Los sujetos narcisistas presentan dificultades para captar las características propias de las personas con las que tienen conexiones íntimas (pareja, amigos, familiares, etc). El narcisista vive en el mundo como si perteneciera a otra realidad y difícilmente consigue percibir lo que sucede a su alrededor. De ese modo, no se compromete profundamente con nadie y, al mismo tiempo, se alejan del conocimiento de sí que le podría procurar esa relación. En consecuencia, si no hacemos un esfuerzo para ponernos en la piel de los demás, si no procuramos comprender la realidad externa, las distancias físicas y psíquicas entre los hombres serán cada vez mayores. La empatía exige el abandono del "yoísmo" en beneficio de la colectividad.

El narcisista simulando a Luis XIV afirma "Yo lo soy todo", lo que le hace vivir en el mundo como si fuera un habitante de otro planeta: no capta nada externo a sí mismo; no se compromete con nada ni nadie, etc. La anestesia social que manifiesta le permite aislarse del entorno para seguir viviendo en un mundo aparte. Su reinado sí que podemos decir que no es, ni está, en este mundo.

Por tanto, tales sujetos tienen grandes dificultades para reconocer los deseos, las experiencias subjetivas y los sentimientos de los demás. Pueden llegar a creer que son los otros los que están totalmente interesado en su bienestar, Por ello, tienden a hablar de sus propios intereses con una extensión y detalle inadecuados, en tanto que no consiguen darse cuanta de que los demás tienen sentimientos y necesidades. No es raro que actúen de manera desdeñosa e impacientes con los otros cuando éstos se refieren a sus propios problemas y preocupaciones. (DMS-IV).

El narcisismo se define no tanto por la explosión libre de las emociones como por el repliegue sobre sí mismo: nada de excesos, de desbordamientos, de tensión que lleve a perder los estribos. Los individuos aspiran cada vez más a un desapego emocional, motivado por los riesgos de inestabilidad que sufren en sus relaciones interpersonales. Su objetivo es no depender de nadie, no atarse a nada. El miedo a la decepción, el miedo a las pasiones descontroladas expresan lo que Lasch (1979) denomina the flight from feeling (la huida ante el sentimiento) o Lewis (1985) the denial of feeling (la negación del sentimiento).

No es raro por tanto, que se produzca una potenciación del cool sex, se trata de enfriar el sexo, de eliminar cualquier tensión emocional, con el objetivo de llegar a un estado de indiferencia y desapego. Para Lasch (1979) y Lipovetsky (1983) nuestra época es el fin de la cultura sentimental, el fin del happy end, el fin del melodrama y el nacimiento de una cultura cool, en las que cada cual vive en un búnker de indiferencia, bien defendido de sus pasiones y de la de los demás.

En nuestra cultura del no sentir se ha pasado a la comercialización de los sentimientos. Es curioso que en una sociedad en la que se anulan los sentimientos tengan gran éxito programas de radio y televisión en los que diversas personas desnudan su alma frente a un auditorio anhelante por escuchar sus miserias y penalidades. Podríamos preguntarnos si el objetivo de tales programas es comunicar, provocar una comprensión empática o realizar un puro exhibicionismo.

No olvidemos que ya Freud (1914b) se refería a la imposibilidad de ayudar al psicótico por ser este tan narcisista que era incapaz de crear una mínima relación afectiva o de transferencia con el terapeuta. Tal tipo de paciente no podía capta algo externo a él mismo, pues lo único real era lo que había en su interior, lo que atañía a sus ideas y a su personalidad y no lo que perteneciera al mundo exterior.


(Texto extraído del libro "¿Qué es el narcisismo? Autor José Luis Trechera)

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