martes, 25 de mayo de 2010

Compasión versus la "compasión idiota" (III)


ESTUDIANTE: Esos hipócritas casi se me echan encima por establecer juicios cualitativos...
KW: Como usted sabe, existe una gran diferencia entre hacer juicios cualitativos y ser molesto. En este sentido, le recomiendo que comience verificando su actitud y su motivación. No tiene el menor sentido ponerse santurrones. Como ya hemos dicho, existe una "compasión real" y una "compasión idiota" Y es muy fácil quedarse atrapado en este punto, eso, al menos, es lo que me ocurre a mí. Ése sería un juicio ajeno a los llamados "medios hábiles", algo ciertamente molesto. De modo que debería tener mucho cuidado al respecto. ¿Pero estaba usted diciendo, acaso, que le atacaron por defender la importancia de una visión integral?
ESTUDIANTE: Así es.
KW: Ése es un problema muy especial. Para empezar, hay que tener en cuenta que, en una determinado momento, las personas no pueden expandir su visión mucho más allá de un 5%, de modo que no resulta extraño que, en el caso de que usted pretenda ofrecerles una visión demasiado amplia, se cierren, se enojen o le descalifiquen diciéndole que carece de compasión, que es muy arrogante, etcétera. Y, en el caso de que usted siga insistiendo en este punto, es muy probable que el problema sea realmente suyo. Quizás su ego esté disfrutando de la situación; eso es, al menos, lo que me ha ocurrido a mí en varias ocasiones y por ese motivo sé perfectamente que no sirve para nada. Porque si lo que realmente quiere es ayudar a alguien no debería cargar la cuchara con más comida de la que la otra persona puede tragar. ¿No le parece?
También habría que recordar que los sistemas de creencias no son sólo eso, sino son el hogar del ego, el asiento de la contracción sobre uno mismo. Hasta una creencia holística, como la creencia en la "red-de-la-vida", por ejemplo, alberga siempre el ego, porque las creencias son meras formas mentales y si lo supramental todavía no ha sido descubierto, las construcciones mentales van acompañadas de un ego muy poderoso. Es por ello que el yo separado experimenta cualquier desafío a un sistema de creencias como una amenaza de muerte que pone en marcha los instintos de supervivencia. Y, en tal caso, lo que está en juego no es sólo la verdad o falsedad de una teoría, sino que se trata de una lucha a vida o muerte. De modo que, siempre que se encuentre en una situación parecida -no sólo en los demás sino también en sí mismo- deberá tener cuidado porque se hallará ante una rata acorralada.
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