miércoles, 12 de mayo de 2010

Flores de Bach. Centaury (II)


Algunos terapeutas califican a la persona Centaury como la más sensitiva de los treinta y ocho estados anímicos. Las personas en las que afloran aptitudes psíquico-mediales, al principio caen con frecuencia en un estado Centaury negativo. Reina entonces el desequilibrio, ya que las aptitudes psíquicas se desarrollan sólo de pasada y de manera más acentuada que la voluntad. En este estado el hombre es en extremo sensible, en particular respecto a energías no armónicas. Es fácil restarle seguridad, perturbarlo y lesionarlo. A menudo enferma sin razón aparente y no se percata que se encuentra en esta situación.
En el estado Centaury negativo -sobre todo cuando por añadidura se une el estado Walnut negativo- la persona se convierte fácilmente en víctima de influencias intelectuales más fuertes, y es absorbida por los "llamados" maestros iluminados. En el caso extremo se somete, apática, a leyes aparentemente necesarias y a rituales de grupo, corriendo el peligro de perder por completo la personalidad y desperdiciar una oportunidad única de desarrollo.
La energía Centaury ayuda a restablecer el contacto perdido con la propia voluntad, a reunir y estabilizar los potenciales energéticos en la personalidad. Después de la primera toma de Centaury, una persona sensitiva describió una poderosa sensación: experimentó que la mitad izquierda del cuerpo se centraba y robustecía en el plexo solar y se concentraba en el chakra de la tiroides.
En el estado Centaury positivo, un individuo puede aprovechar realmente sus grandes virtudes de abnegación y servicio. De acuerdo con sus propias leyes puede servir a una buena causa, pero también reconocer los momentos destructivos en los que cabe decir no. Puede integrarse muy bien a los grupos, "participar plenamente" sin tener que renunciar a su propia personalidad. Así, poco a poco, puede transformarse por propia voluntad en el instrumento por el que fluyen las fuerzas divinas para bien de misiones más grandes.
Mediante el diálogo debería hacerse entender a los pacientes en estado Centaury negativo que no siempre ayudan realmente a los demás cuando cumplen sus deseos sin previa selección, sino todo lo contrario, retardan de este modo el proceso de aprendizaje de ambos. No en vano dice el refrán: "El pícaro da más de lo que tiene".
Una pregunta interesante es: ¿En qué medida el estado Centaury negativo no es también "un refugiarse en los demás" para eludir el propio proceso de hacerse adulto, que entre otras cosas consiste en aprender a distinguir y decidir?
Cuando después de una prolongada enfermedad la voluntad se ha tornado demasiado débil para hacer algo en su favor, Centaury brinda nueva vitalidad al espíritu y al cuerpo.

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