viernes, 21 de mayo de 2010

Libertad. Viviendo con la verdad (VI) y último.


El budismo tibetano sugiere que existen cuatro puertas que conducen a la libertad. La primera puerta tiene un cartel que dice: "Olvida el pasado". No te aferres a aquello que te ocurrió anteriormente porque podrías perderte todo lo que la vida tiene para ofrecerte. Considera el pasado como una ciudad que has dejado atrás y atraviesa la primera puerta sin arrepentimiento. El cartel en la segunda puerta dice: "Participa en todo lo que ocurre en este momento, no te retengas". La llave que encaja en la cerradura de esta puerta es la participación plena. Cada vez que te entregues con el alma y el corazón se abrirá la segunda puerta. Cuando no está obsesionado con el pasado y te hallas totalmente inmerso en el presente -en tu trabajo y en tu amor por la vida y por otros seres- naturalmente llegas a la tercera puerta, cuyo cartel dice: "Abandona todo sentido del Yo". En lugar de detenerte en preocupaciones egoístas centrándote en todo lo bueno que pueden procurarte tus actos -como lograr la fama y fortuna-, te centras en ser y en hacer con pasión: en experiencia y vida desligada del Yo. Ahora , de la manera menos pensada, te hallas frente a la cuarta y última puerta: "Despojándote de toda idea de futuro". Cuando tu mente deje de divagar por el futuro, por aquello que serás o harás más adelante, te quedarás con el "ahora", y la última puerta se abrirá de par en par. Si pasado, totalmente comprometido, liberado del Yo y sin expectativas, serás libre.

Nos han condicionado a creer que los seres humanos se encuentran imposibilitados de cambiar sustancialmente. Es el conocido "Yo soy así". Si bien a veces nos sentimos contentos, libres y seguros de nosotros mismos, no tenemos control sobre esos estados de ánimo y no podemos sostenerlos. A la larga nos sentimos frustrados al comprobar nuestra impotencia y nuestra incapacidad para manejar nuestra vida. Si no trabajamos con esta frustración, podemos terminar en un camino sin salida, confiando nuestra sed de libertad interior a un diario íntimo, o encerrándola en algún rincón privado de nuestra mente.
Hay una manera. Cuando logramos prestar atención a nuestras emociones negativas sin la compulsión de actuarlas, la conciencia se expande y descubrimos que somos libres de elegir la cualidad de nuestras actitudes y respuestas. La conducta compulsiva cede, y los pensamientos constructivos y los actos positivos surgen con mayor facilidad y naturalidad. Ya dejamos de correr detrás de aquello que nos hace felices o de evitar lo que nos ofende. Erigimos nuestro hogar en el espacio y en el poder de la mente abierta, antes de que en los límites del Yo mismo. La vida es lo que hacemos de ella, y el tiempo nos ofrece oportunidades sobre cambiar y crecer.
La reflexión sobre estas cinco verdades -apreciación, impermanencia, karma, sufrimiento innecesario y libertad- pueden encender una transformación interior que ponga fin a la punzada de la impotencia. Nos damos cuenta de que no saber cómo darles un giro positivo a nuestra emociones también es conocimiento. Sabemos que no sabemos, todavía no tenemos el conocimiento que necesitamos. Pero las respuestas no se producen a través del intelecto. Las enseñanzas budistas ofrecen el insight así como también un camino de acción para fortalecer nuestra capacidad de conocer. A nosotros nos corresponde elegirlo, y esta libertad de elección es la libertad de ser.
En el budismo, todos somos estudiantes de por vida. El proceso de desarrollar la conciencia es como tallar un diamante: la paciencia y la pericia harán aparecer las cualidades más exquisitas de la piedra. El proceso de despertar la conciencia tiene múltiples facetas, que cobran sentido y belleza con el tiempo y trabajo. A medida que empezamos a entender y encarnar las cinco verdades: esperanza y temor se convierten en certeza y confianza.
Los textos clásicos del budismo se refieren a este viaje como el Camino de los Héroes. El sobreponerse a las pautas personales y culturales requiere coraje heroico y resolución. Como reza un antiguo dicho tibetano, "deberá crecer un hueso en nuestro corazón".
(Idem y final de este capítulo)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails