A lo largo de la historia de la humanidad, muchos chamanes, sacerdotes, sabios, místicos, santos, psicólogos y psiquiatras han intentado señalar las mejores maneras de vivir correctamente el sufrimiento para poder trascenderlo. Han enfrentado a hombres y mujeres con el discernimiento de su padecer, para que al entenderlo correctamente, puedan trascenderlo y liberarse de el. Pero estos métodos para discernir que nos han ofrecido diversos médicos del alma no son siempre de l la misma naturaleza; e incluso en ocasiones se contradicen radicalmente unos a otros. Los antiguos médicas del alma nos aconsejaban ponernos en contacto con Dios; los modernos dicen que hay que establecer contacto con el inconsciente. Los de vanguardia nos aconsejan que nos toquemos el cuerpo, los clarividentes anuncian que hay que trascender el cuerpo. Hoy, más que nunca, el desacuerdo entre los médicos del alma es estridente, y el resultado es que nos encontramos paralizados en medio de nuestro sufrimiento, confundidos en cuanto a su significado y sin saber siquiera a quién podemos preguntarle qué significa. Inmovilizados en nuestro sufrimiento, no emerge, ni puede emerger nuestra más profunda penetración intuitiva en la realidad. No podemos adentrarnos en nuestro sufrimiento con la conciencia necesaria para discernir su naturaleza interior.
No podemos soportar nuestro sufrimiento con resultados fructíferos a menos que sepamos qué es lo que significa y por qué se produce. Y no sabemos lo que significa porque no tenemos un médico del alma en quien podamos confiar sin reservas. Tiempos hubo en que nos dirigíamos con fe inocente al sacerdote, al chaman o al sabio como médicos del alma, y ellos guiaban nuestra conciencia hacia Dios. pero en el último siglo el sacerdote ha sido desplazado en buena medida por el psiquiatra en cuanto autoridad en quien confiar cuando uno se encuentra con dificultades; y este nuevo sacerdote dirigía nuestra conciencia hacia aspectos de nuestra propia psique. Pero ahora la confianza en el psiquiatra como respetado médico del alma va disminuyendo lentamente a medida que emergen terapias más modernas, eficaces y liberadoras. Nuestros nuevos médicos del alma aparecen en Esalen, Oasis y en otros "centros de desarrollo" similares, muchos de ellos en Estados Unidos. Estas gentes están revolucionando el significado de "terapia", al dirigir nuestra conciencia hacia la totalidad del organismo y no solamente a la psique desencarnada. Vemos, incluso, cómo van apareciendo otros nuevos médicos del alma, los terapeutas transpersonales, que dirigen nuestra percepción directamente a la conciencia supraidividual. Pero, ¡ay!, puesto que todos estos médicos no se ponen de acuerdo entre si, ¿a quién debemos creer?
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