Creada originalmente por Haideé Iglesias
Muchos zenistas creen que no existe nada superior a sus propias opiniones personales y las consideran verdades irrefutables, pero se encuentran totalmente perdidos en cuanto se les somete a un auténtico examen Zen.
Esto les sucede porque jamás se han topado con un verdadero maestro, y su comprensión, por tanto, resulta muy inmadura, y porque su temor a ser perturbados los hace atrincherarse en la madriguera de "la pérdida y la ganancia".
Hay quienes consideran qué sus opiniones son totalmente correctas, y cuando encuentran a un maestro que les demuestra lo contrario, creen que se trata de una estratagema deliberada para atraparlos y hacerles engrosar las filas de sus seguidores. De este modo, estos zenistas temerosos impiden su propio progreso desde el mismo instante en que aprenden a sentarse. Esta es una enfermedad fatal e incurable que todos los practicantes deberían tratar de evitar.
Maestro Ying-an
Escuchar... verbo de tanta humildad y tan saludable. Leer... para aprender de los otros. Ir por la vida con los sentidos abiertos. Lo más zen debiera ser eso, tener la capacidad para ponerse en la piel del otro, sentir como el otro y saber que la Gran Verdad no existe.
ResponderEliminar¡Hola! salvador: el Zen es como el Tao, tratar de definirlo es perderlo...
ResponderEliminarLa empatía, si, eso abre una gran puerta... hacia los demás, mas todavía quedaría mucho para llegar a ese estado que, para poder entendernos en este ámbito virtual en el que son necesarias las palabras para la mayoría –bueno y también fuera del virtual, no me atrevo a llamarlo real :)–, llamamos Zen :)
Existir y no existir son lo mismo, ¿qué queda entonces? Zen :)
Bienvenido, Salvador. Es bueno sentir que la humildad es saludable... muy saludable...
Un abrazo