Imagen de autor desconocido para mi
Un día, el gobernador de una provincia decidió ir a ver a un hombre que gozaba fama de severo asceta. Enterado éste de la próxima visita pidió a un discípulo que le trajera vino, queso y tocino. Cuando llegó el gobernador con su séquito y le vieron comiendo y bebiendo alegremente tumbado, se dieron la vuelta desilusionados.
Cuando se marcharon, el discípulo preguntó al asceta el motivo de su actitud.
–Ellos no tenían ningún interés en verme a mi, sólo venían a ver lo que suponían que debe ser un asceta, y yo no tengo ni gana ni tiempo que perder con los que, en vez de querer saber, suponen.
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