jueves, 23 de mayo de 2013

La alquimia de la voz (IV) En el principio


Dios dijo: "Hágase la luz", y la luz se hizo...
Nuestros antepasados creían que toda creación se había logrado gracias al sonido y que la Tierra misma había llegado a existir gracias a su poder; este sonido se movía entonces, y continúa moviéndose en la actualidad, por todos los aspectos de la creación. Aquellas gentes creían que este principio de animación era el sonido de la voz de Dios.
Como consecuencia de ello nosotros, los seres humanos, siempre hemos dedicado nuestras voces a la veneración y gloria de Dios como creador principal. 
A través de las alabanzas, las peticiones y la participación hemos elevado nuestras voces por respeto a la idea de que "en el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Esta afirmación resuena por todas las culturas con diferentes formas. A través de la armonía del sonido de la naturaleza es la fuente de toda manifestación y la causa de que toda existencia, siendo por ello el único medio verdadero entre Dios y el hombre, una conexión indivisible entre el creador y el sonido. 
El hombre ha nombrado a Dios y lo ha conocido de muchas formas. De hecho, la misma palabra "humano" procede de palabras antiguas conectadas con el espíritu de Dios. En los países orientales el sonido de la espiración, "hu", se conoce como el espíritu de todos los sonidos y todas las palabras. El sonido hu en la palabra "humano" significa, en sánscrito, "el aliento del espíritu", mientras que ma significa en árabe, "agua". La Biblia afirma que "quien no naciere del agua y el Espíritu, no puede entrar en el reino de los cielos". En la mística oriental, la palabra "humano" ilumina dos ideas intrínsecas al carácter de humanidad: hu significa "Dios" y man Significa "mente". Las dos palabras se funden o transmutan para indicar que Dios está dentro de todas las cosas y que es a través de la humanidad como es conocido.
Las antiguas culturas sabían todo esto y celebraban sus enseñanzas con sonidos sacros y seculares. Dirigían la resonancia de sus armonías sagradas con la energía del pensamiento, inspirados por sus corazones. Creían que a través del sonido se atrapaba la triple función de los eterno, lo universal y lo individual en la fusión del pasado, presente y futuro, y que en el interior de esta fuerza yacía el proyecto original de la humanidad como una fuente eterna.

(Extraído del libro "La alquimia de la voz". Autor Stewart Pearce)

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