jueves, 30 de mayo de 2013

La alquimia de la voz (IX) De ser a hacer



En los últimos dos o tres siglos, muchas personas de los países occidentales se han alejado de la fuerza del "ser" al haberse visto arrastradas por la necesidad del  "hacer". En consecuencia, el proceso orgánico de expresar la alegría del corazón, que tenía lugar de forma natural a lo largo de siglos, se ha visto alterado y nuestras voces sólo transmiten información al haber movido el centro del sentimiento del corazón al centro del pensamiento de la cabeza. Así, nuestra conexión con el proyecto original o "nota primitiva" de nuestros antepasados se ha suprimido, y con ella nuestra capacidad para expresarnos con libertad y plenitud.
La alfabetización cambió la cara de la historia y la palabra escrita comenzó a imponerse sobre la palabra hablada. Debido a la invención de la imprenta y el desarrollo del intelecto racionalista, el hombre se vio valorado únicamente por sus procesos de pensamiento y las grandes tradiciones orales comenzaron lentamente a desaparecer. Hoy en día, sólo unas cuantas culturas indígenas valoran el poder de la voz humana por si misma al contar historias humanas.
Los indios pueblo de Nuevo México, una de las comunidades de nativos americanos más antiguas, creen que cuando se escriben los sonidos de la voz humana pierden su poder. Según sus creencias, al escribir estos sonidos se solidifican las vibraciones de la vida y se controlan los recuerdos; esa energía sonora solidificada por la imprenta no hará más que reflejarse a sí misma y ya no podrá transmitir el sagrado mensaje de la vida. Su antigua lengua, el tiwa, es únicamente oral.
De forma similar, los indios kogi de Suramérica no poseen lenguaje escrito. Creen que al escribir el poder de la fuerza vital se coloca en un espacio entre la memoria y la posibilidad, entre el pasado y el futuro, con lo que el presente se extingue.
Sin embrago, en Occidente, la palabra impresa no sólo se ha convertido en ubicua, sino que han surgido formas tecnológicas de comunicación, como la televisión y los ordenadores, para retransmitir la información mediante imágenes. Con ello, la importancia de escuchar la palabra hablada ha cambiado de manera sustancial.
Al empezar el siglo XXI nos estamos haciendo más conscientes de los enormes desequilibrios que existen tanto en nosotros mismos como en nuestro mundo. Las energías básicas de nuestro interior y nuestro entorno, definidas por los chinos como yin y yang, están gravemente desequilibradas; la energía del "hacer" o "masculina", yang, se ha hecho excesivamente dominante en comparación con la energía del "ser" o "femenina", yin.
El resultado es que nuestras funciones vitales se han reducido a la acción de aquel "que hace". El impulso del "hacer" es la energía que empleamos para avanzar en la vida y afirmarnos a nosotros mismos en el mundo. Este impulso pude ser fuente de gran valor y aptitud, pero cuando sólo funcionamos a través de él estamos permitiendo que nuestras vidas se vean privadas de sentimiento y operen de modo "no presente", con piloto automático. En este caso, únicamente nos preocupamos por los fines que debemos conseguir y no por los medios con los que avanzar hacia esos fines. Como resultado de esta preocupaci´pon or "hacer", hemos desequilibrado el aspecto del "ser" de nuestra naturaleza, el impulso femenino instintivo que crea la fuerza de recibir, entregar, amar y alimentar. Si ignoramos o ahogamos este principio esencial corremos el peligro de endurecernos. 

(Texto extraído del libro "La alquimia de la voz". Autor Stewart Pearce)


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