miércoles, 29 de mayo de 2013

La alquimia de la voz (VIII) Tradiciones orales



Las enseñanzas sobre el poder del sonido han pasado de generación en generación a través e la influencia de las tradiciones orales: canales de narración repetitiva que surgen de la psique colectiva y se usan para unificar la experiencia de la vida. En todas las partes del mundo y en todos los idiomas, el impulso humano de contar historias desarrolló el poder de estas tradiciones orales. A lo largo de los siglos, las historias, los poemas, los mitos y las canciones se pasaban a lo largo de la línea generacional para expresar la esencia de la fuerza colectiva que existe en el interior de cada sociedad y que mantiene el poder de su verdad cultural. 
A través de los metodistas griegos, los trovadores mediterráneos, los gitanos flamencos andaluces, los juglares  franceses, los bardos celtas, los griots africanos, los skalds noruegos y los cantantes navajos o nativos americanos se ha mantenido  vivo el poder de enseñar, sanar y elevar la conciencia mediante la voz. Nuestros antepasados sabían, de manera instintiva, que el poder del sonido puede crear y destruir. Cuando la voz humana expresa sabiduría, verdad y amor pueden ocurrir  milagros. El poder aumenta cuando otras voces se unen al solo con empatía y se crea una intención conjunta; esto es lo que llamamos sinergia. Las gentes cantaban cuando trabajaban juntas, transformando la intensidad de la actividad física en una vibración continua y rítmica de movimiento sincronizado y compañerismo. En resumen, cuando cantaban al trabajar, se creaba energía, con lo que el sonido representaba un papel muy poderoso como ayuda para sacar adelante el trabajo.
En la actualidad hemos perdido gran parte de esta sabiduría. Hoy en día, la mayoría de las personas no es consciente, o no hace caso, del significado de su voz o incluso del poder del sonido en sus vidas. Rara vez cantamos o contamos historias todos juntos. Sin embargo, el canto sintoniza nuestra vibración personal con la de nuestra tribu, disolviendo el singular en el colectivo y creando un sentimiento de unidad, de fuerza mutua, de energía y de orgullo. Nuestros himnos nacionales son ejemplos de esto. Piensa en los galeses cuando cantan su canción nacional, Men of Harlech, en Cardiff Arms Park en una final de rugby. Estas vibraciones proclaman la esencia misma del hecho de ser galés, lo que refuerza la armonía individual y la nacionalidad compartida mientas las notas cantadas penetran más y más profundamente en la psique del colectivo. 
Creo que una de las razones principales de por qué la sociedad se ha vuelto tan descentrada es, sencillamente, que hemos perdido la oportunidad de cantar, de utilizar nuestras voces como canales. En su lugar toleramos el ruido de las máquinas, del hilo musical o de los aparatos de música en nuestros lugares de trabajo, los cuales llevan al individuo a una experiencia singular de espacio mental interior, algo diametralmente opuesto a la experiencia compartida y estimulante de los trabajadores que cantan juntos. 

(Texto extraído del libro "La alquimia de la voz". Autor Stewart Pearce)


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