Le dije a mi marido que una noche por semana asistiría a clase y, tranquilo como de costumbre, comenzó a disparar:
–Haz lo que quieras, siempre lo haces, pero no me esperes cuando llegues a casa. Siempre estoy por ti. ¿Por qué no haces lo mismo por mi?
Sabía que su razonamiento carecía de sentido, pero me sentí tan egoísta que pedí la devolución de la matrícula. LIZ
Pensaba dedicar las navidades a viajar con mi esposa. Hacía meses que sonábamos con unas vacaciones. Telefoneé a mi madre para comunicarle que por fin habíamos conseguido los billetes y estuvo a punto de echarse a llorar:
–¿Y la comida de Navidad? Para las fiestas nos reunimos todos. Sabes que si haces ese viaje nos aguarás la Navidad. ¿Por qué me haces esto? ¿Crees que viviré muchas navidades más?
Como es lógico, cedí. Mi esposa me mataría, pero hubiera sido incapaz de disfrutar de las vacaciones bajo el peso de tanta culpa. TOM
Le comuniqué a mi jefe que necesitaba ayuda o una fecha tope más realista para el gran proyecto en el que estoy trabajando. En cuanto le comenté que necesitaba descansar se lanzó sobre mi:
–Se que quieres estar en casa con los tuyos y, aunque ahora te echan de menos agradecerás el ascenso que pensamos darte. Necesitamos un miembro del equipo que se dedique en cuerpo y alma a la tarea... y había pensado que eras la persona adecuada. Pero haz lo que quieras, pasa más tiempo con tus hijos y recuerda que , si son tu prioridad, tendremos que reconsiderar lo que planeamos para ti.
Me dejó tan confundida que ya no supe qué hacer. KIM
¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué algunas personas nos llevan a pensar que hemos vuelto a perder, que siempre cedemos, que no decimos lo que sentimos, que nuestra opinión no cuenta y que nunca se acepta nuestra posición? Sabemos que nos han timado, que hemos renunciado a lo que queremos para satisfacer a otro y que no sabemos cómo actuar. ¿Por qué algunas personas nos dominan emocionalmente y nos hacen sentir derrotados?
Las personas con las que nos topamos en estas situaciones imposibles son hábiles manipuladores. Cuando se salen con la suya nos rodean de una reconfortante intimidad y, cuando no lo consiguen, apelan a las amenazas o nos hunden bajo el peso de la culpa y los remordimientos. Aunque parece que elaboran los medios para obtener lo que desean, a menudo ni siquiera son conscientes de lo que hacen. De hecho, muchas parecen encantadoras, sufridas y en modo alguno amenazadoras.
Casi siempre es alguien concreto –la pareja, un progenitor, un hermano o un amigo– quien nos manipula tan consistentemente que da la sensación de que olvidamos todo lo que sabemos sobre la eficacia adulta. Por muy capacitados y exitosos que seamos en otras facetas de nuestra vida, con estas personas nos sentimos desconcertados e ineficaces, nos llevan de las narices.
Valga como ejemplo Sarah, periodista judicial a la que he tratado. Morena animada, hace casi un año que sale con un constructor llamado Frank. Pareja treintona muy unida, se llevaron bien hasta que se planteó el tema del matrimonio. Según Sarah, en ese momento la actitud de Frank cambió, pues quiso que le diera pruebas de su valía. Quedó de manifiesto cuando Frank la invitó a pasar un romántico fin de semana en su cabaña en las montañas.
–Cuando llegamos, por todas partes había lonas y botes de pintura y me dio un pincel. Como no sabía qué hacer me dediqué a pintar.
...
(Texto extraído del libro "Chantaje emocional" Autora Susan Forward)
Haideé
ResponderEliminarNunca me ha gustado que me chantajeen emocionalmente, no cedo ante estas presiones, pues por ahí empieza uno a debilitarse mentalmente. ¿Y luego de qué me valdría quejarme? Siendo coherente con mi pensar, tampoco me gusta estar en una posición dominante y aprovecharme de la debilidad ajena.
Un abrazo.
Juan Antonio
¡Hola! juan antonio: cierto que uno se siente mal cuando aún no comprende el porqué los otros manipulan, incluso hacerte daño psicológico, tanto que te lleve a enfermar, como señalas.
ResponderEliminarEn la entrada del otro blog hablo sobre la honestidad, es curioso que siempre se nos olvida y muchas veces mentimos pensando que es por necesidad y no vemos el miedo que encierra tal comportamiento. Y mentir significa manipular. Ahora bien, si es para salvar la vida a una persona, por supuesto que uno miente. Complejo, si. Por esto la intención siempre es la que manda en todo. La intención que nace del corazón y de la libertad.
Me alegra saber que te esfuerzas en encontrar el equilibrio.
Un cariñoso abrazo :)