La práctica comienza con la meditación sobre el sol poniente. En la latitud Sur, la intensidad de la radiación del sol poniente es tan fuerte, que es suficiente contemplarlo unos instantes para obtener una imagen posterior intensa. Entonces, aún con los ojos cerrados, se sigue viendo el sol por un lapso grande. Como es sabido uno de los métodos hipnóticos consiste en mirar fijamente un objeto brillante, por ejemplo, un diamante o un cristal. Es de supones que la contemplación fija del sol pueda producir un efecto hipnótico semejante. Sin embargo, no debe ser el efecto adormecedor ya que son la fijación está ligada también una "meditación" sobre el sol. Meditación significa una reflexión y un explicarse, una comprensión del sol, de su figura, sus características y sus significados. Debido a que lo circular desempeña un papel muy importante en los párrafos posteriores, es de supones que el disco circular del sol debe servir como antecedente para las posteriores imágenes circulares de la fantasía. Debe también preparar, gracias a su intensa luminosidad, las visiones radiantes sucesivas. En esta forma es como, según dice el texto, debe ser "creada la percepción".
La siguiente meditación, la del agua, no se apoya ya en ninguna impresión sensorial, sino que crea, por la imaginación activa, la imagen de una superficie de agua reluciente que, como se sabe por experiencia, refleja admirablemente la luz del sol. Es necesario imaginarse ahora que el agua se transforma en hielo "brillante y transparente". Por este procedimiento, la luz inmaterial de la imagen persistente del sol se transforma en la materia del agua y ésta finalmente en la materialidad sólida del hielo. Con ello se persigue evidentemente una concretización y materialización de la visión, de lo que resulta una materialización de la creación de la fantasía, que aparece en lugar de la naturaleza física, de este mundo conocido por nosotros Se llega a crear otra realidad en cierto modo de sustancia psíquica. El hielo, que por naturaleza tiene un color azulado, se transforma en el lapislázuli azul, en una figura sólido pétrea, que a su vez se transforma en un "suelo", que, sin embargo, es "resplandeciente y transparente". Con este "suelo" se ha creado una base inmutable, pos así decirlo, absolutamente real. Este suelo azul, transparente, es como un mar de vidrio a través de cuyas capas transparentes penetra la mirada hacia la profundidad.
Desde esta profundidad brilla ahora el llamado "estandarte dorado". Es de hacer notar aquí que la palabra sánscrita dhavaja, que significa "estandarte", tiene de hecho el significado de "signo" y "simbolo". Se podría hablar también, por lo tanto, de la aparición de un "símbolo". Resulta evidente que al extenderse el símbolo "en las ocho direcciones del compás", la base constituye un sistema de ocho rayos de luz. Como dice el texto, el estandarte llena totalmente "los ocho ángulos de la base". El sistema brilla como "1ooo millones de soles". La imagen brillante persistente del sol ha ganado considerablemente en energía de radiación y ha aumentado hasta ser una fuerza luminosa inmensa. La percepción singular de las "cuerdas doradas" que se extienden como una red sobre el sistema significa que este último está ligado y asegurado, a fin de que no se destruya. Desgraciadamente el texto no dice nada sobre la posibilidad de un fracaso del método y sobre los fenómenos de desintegración que pudieran sobrevenir a causa de alguna falla. Para el conocedor, tales trastornos en un proceso imaginativo no son nada inesperados; constituyen, por el contrario, un acontecimiento normal. Por lo tanto, no es sorprendente que en la visión yoga esté prevista una especie de sujeción de la imagen, por medio de cuerdas doradas.
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