sábado, 26 de junio de 2010

El amor incondicional (I)


Este extraño encuentro entre Patrick y el vagabundo nos lleva al tema del amor incondiconal, que se ha convertido en estribillo de la psicología popular. La objeción que me inspira el amor incondicional es que se opone por completo al amor normal, basado en la relación. El amor que existe entre marido y mujer no es el mismo que hay entre madre e hijo. La diferencia se basa en el tipo de relaciones que mantienen dos personas. Cuando no hay relaciones cuesta imaginar cómo puede fluir el amor.
Sin embargo, en este caso, Patrick no tenía ninguna relación con el vagabundo. Eran dos perfectos desconocidos, con todos los motivos para mirarse con desconfianza y hostilidad. Por idealista que pueda uno querer mostrarse, un hombre mal vestido y maloliente no es objeto de amor prácticamente para nadie; habitualmente es un objeto de revulsión que evitamos asiduamente, a fin de no exponernos a sensaciones de miedo y desprecio.
Pero es en el punto en que todas las relaciones cesan cuando surge, en realidad, la oportunidad del amor incondicional. Cuando no se mantiene relación alguna con otra persona, uno se siente automáticamente devuelto a sí mismo. Los sentimientos que surgen no se basan en lo que se necesita o se desea de los otros: surgen, simplemente. Si me empujan por la calle y me encolerizo, esa emoción surge espontáneamente. Tal vez me arrepienta al momento siguiente, pero esa fracción de segundo era la única opción para mi yo. Mi nivel de conciencia no me ofrecía una respuesta mejor. En el caso de Patrick, su nivel de conciencia había saltado mucho más allá de sus límites normales; esta expansión dictó la respuesta que brotó espontáneamente de él. Imagino que su meditación en el banco del parque no era la única causa de ese súbito cambio; en la India se habla del "Yoga de la desesperación", un avance hacía una conciencia más elevada, resultante de un aprieto tan terrible que la psiquis no halla otra salida.
Cualquiera que sea el mecanismo exacto, Patrick se encontró en un estado que trascendía la percepción normal. Como un piloto que se desprendía de una densa capa de nubes para encontrar el cielo azul y un sol brillante, descubrió que mirar algo era verlo a la luz del amor. No pudo evitarlo, tal como yo no podría evitar mi enfado si me empujaran el la calle.
En realidad, los rishis hablan del amor incondicional como cualidad trascendental que se infunde en la mente durante la meditación. Cuando la mente va más allá de la conciencia normal de vigilia, el proceso de trascender nos pone en contacto con el amor incondicional en su estado silencioso y no manifiesto. "No manifiesto" significa que ese amor no se dirige a nada, simplemente vibra dentro de la naturaleza del testigo silencioso, tal como una señal de radio espera en silencio que una radio la recoja. Al terminar la meditación, la persona regresa al estado de vigilia trayendo algo de esa cualidad trascendente a su conciencia de todos los días. Se ha agregado una nueva vibración que altera, por sutilmente que sea, la conciencia anterior de esa persona.
...
(Texto extraído del libro "Vida sin condiciones". Autor Deepak Chopra)

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