3. Comunicación correcta.
Una comunicación correcta alivia el sufrimiento. Es originada por la motivación correcta. ¿De qué sirve vivir si no podemos expresarnos como somos, si debemos esconder o disimular lo que pensamos o sentimos? La magia de las palabras es lo que nos permite conocernos a fondo, reconociendo los lazos de unión con nuestros congéneres y superando los obstáculos ante nosotros mismos y ante los demás.
La comunicación correcta comienza con la quietud. Como dice la Biblia: "Qué tus palabras sean pocas". Desde el silencio podemos sentir la intención y la cualidad de nuestra comunicación. Podemos observar los efectos de nuestra falta de cuidado viendo como hasta las palabras sinceras pueden crear distancia o quizá causar daño. Vemos que cuando usamos palabras para agregarles etiquetas o juicios de valores, cristalizamos aquello que de otra manera cambiaría naturalmente. Quizá juzguemos con severidad o repartamos culpas innecesariamente hablando sobre los demás a sus espaldas. O pronunciemos palabrotas a diestra y siniestra sin pensar cómo puede afectar a los que nos rodean. Unas pocas palabras o a veces una solo mirada basta para arrasar al otro; con un solo arrebato de cólera podemos destruir años de convivencia armoniosa.
En el silencio podemos recuperar el equilibrio y conectarnos más plenamente con la respiración interior. Entonces las palabras adecuadas surgen naturalmente, porque el lenguaje está unido a la respiración. Descubrimos palabras delicadas que inspiran, aportan energías y coraje renovado. Cuando hablan los demás escuchamos desde adentro, escuchando no sólo las palabras sino el significado que se esconde detrás de ellas. Al comunicarnos con cuidado tendemos puentes, curamos antiguas heridas y abrimos la puerta a un contacto más profundo con el otro.
Desde el silencio podemos observar nuestros patrones habituales de comunicación y suavemente expandir nuestro repertorio de respuestas. Si solemos ser introvertidos, podemos tratar de expresarnos con mayor frecuencia; si nos vemos impulsados a hablar para no sentirnos solos o incómodos, podemos aprender a reconfortarnos con las cualidades nutricias del silencio.
La comunicación correcta acerca a las personas y abre nuevos espacios de posibilidad más allá de las palabras. Es un eco de la verdad, cosa tan difícil de expresar en palabras. Sobre la base del silencio y la compasión, un gesto puede decir más que mil palabras.
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