sábado, 12 de junio de 2010

Mente clara, mente impura. La mente es el capitán del barco (I)


"Todas las cosas tienen la naturaleza de la mente" son las primeras palabras del Dhammapada, una elocuente colección de enseñanzas que impartió el Buda. "La mente es el jefe y asume el mando, Si la mente es clara, todo lo que hagas o digas traerá una felicidad que te seguirá como tu sombra. Si la mente está corrompida, todo lo que hagas o digas generará un sufrimiento que te seguirá como un carro tirado por el caballo."
A veces, puede parecer que hay alguien en nuestra cabeza que controla todo, una autoridad independiente a quien llamamos Yo que es responsable de nuestros actos. Tendemos a equiparar a este Yo con nuestra mente. Sin embargo, el Buda nos enseña que creer en un Yo revela falta de insight sobre la naturaleza de la mente. En el idioma filosófico tibetano -que se desarrolló para traducir textos budistas del sánscrito- hay muchas palabras para referirse a la mente, según sea la actividad que se está realizando. Todos los budistas saben que ella tiene una gran variedad de funciones. En el sentido más amplio, podríamos decir que la mente es nuestra respuesta total al hecho de estar vivos.
Todas nuestras reacciones al mundo que nos rodea se producen en la mente. El sentirnos seguros o inseguros, confiados o desconfiados, depende de cómo fue entrenada nuestra mente. Nuestra forma de vivir, nuestros actos y palabras, todo ello revela la cualidad de la mente. Por ejemplo, si estamos "desparramados" en una silla, la mente no puede estar abierta ni alerta. Si nos sentamos en el borde, participando plenamente sin retraernos, irradiaremos energía y calidez.
La mente es el capitán del barco: regula el tono, determina la carga y marca el rumbo. El capitán establece prioridades y decide qué registrar en el cuaderno de bitácora, qué vale la pena recordar y qué debe ser ignorado. El estar hoy aquí es resultado de nuestras elecciones en el pasado, y el futuro depende de lo que está ocurriendo en nuestra mente en este preciso instante. Nuestro estado anímico determina nuestra vida.
La mente es infinitamente compleja, posee un potencial que ni en sueños llegamos a imaginar. Sin embargo, tiende a funcionar de manera algo limitada: los motores de nuestro barco operan a media máquina. A pesar de las múltiples opciones que la mente nos presenta, solemos elegir dentro del restringido repertorio de cuatro o cinco posibilidades. Nuestros principales motivadores son la esperanza y el miedo, y las habituales reacciones por costumbre. Lo que nos atrae, lo que valoramos, lo que ignoramos, lo que preferimos apartar de nuestro camino y lo que hacemos empujados por simple necesidad: éste es el campo de acción que dictamina el marco en que opera la mente.
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(Texto extraído del libro "Vivir sin arrepentimiento". Autor Arnaud Maitland)

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