miércoles, 2 de junio de 2010

La era de la ansiedad (III)


Es cierto que la física nuclear y la relatividad han terminado con el viejo materialismo, pero ahora nos dan una visión del universo en la que hay incluso menos espacio para las ideas de cualquier concepción o intención absolutas. El científico moderno no es tan ingenuo como para negar la existencia de Dios, porque no puede descubrirlo con el telescopio, o del alma, porque ese escalpelo no la pone al descubierto. Se ha limitado a observar que la idea de Dios es lógicamente innecesaria, e incluso duda de que tenga significado alguno. No le ayuda a explicar nada que no pueda explicar de alguna otra manera más simple.
El científico argumenta que si se dice que todo cuanto acontece está bajo la providencia o control de Dios, esto equivale en realidad a no decir nada. Decir que todo ha sido creado y está gobernado por Dios es como decir "todo está arriba", lo cual no significa nada en absoluto. La idea no nos ayuda a hacer predicciones verificables, y así, desde el punto de vista científico, no tiene ningún valor. Los científicos pueden tener razón en este punto, o puede que estén equivocados. No nos proponemos discutirlo aquí. Sólo hemos de señalar que ese escepticismo ejerce una influencia inmensa y se establece en el talante predominante de la época.
Lo que la ciencia ha dicho, en suma, es: no sabemos, ni con toda probabilidad podemos saber, si Dios existe o no. Nada de lo que hacemos sugiere que exista, y todos los argumentos que pretenden demostrar su existencia carecen de significado lógico. Nada, en efecto, demuestra que no existe Dios, pero quienes propone la idea han de soportar el agobio de no poder probarlo. Si uno cree en Dios, dirá un científico, debe hacerlo sobre una base puramente emotiva, al margen de la lógica o los hechos. Hablando en términos prácticos, esto puede equivaler al ateísmo. Desde un punto de vista teórico, es simple agnosticismo. Y esto es así porque está en la esencia de la sinceridad científica que uno no finja conocer lo que no conoce, y en la esencia del método científico que no emplee hipótesis que nos son verificables.
Los resultados inmediatos de esta honestidad han sido profundamente inquietantes y deprimentes, pues el hombre parece incapaz de vivir sin el mito, sin la creencia de que la rutina y el trabajo fatigoso, el dolor y el temor de esta vida tiene algún significado y un objetivo en el futuro. En seguida nacen nuevos mitos..., mitos políticos y económicos con promesas extravagantes de los mejores futuros en el mundo presente. Esos mitos proporcionan al individuo una cierta sensación de que existe un significado, al hacerlo formar pare de un vasto esfuerzo social, en el que se pierde parte de su propio vacío y soledad. Sin embargo, la misma violencia de estas religiones políticas revelan la ansiedad que ocultan, pero no son más que el acurrucamiento de los hombres para gritar y darse ánimos en la oscuridad.
...
(De nuevo la opción de comentarios está abierta. Gracias a todos por vuestra comprensión ante mi necesidad de silencio)

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