8. Concentración correcta
La concentración correcta alivia el sufrimiento. Canaliza la conciencia y nos ayuda a permanecer en foco. Es la clave del éxito, un legado de inestimable valor para nuestros hijos y para nosotros. La palabra tibetana para concentración (ting-nge-'dzin), que a menudo se traduce como "meditación", se acerca más al significado de "integración". Elementos que estaban separados se unen: cuerpo y mente, cabeza y corazón, motivación correcta y acción correcta. La concentración correcta se caracteriza por ser relajada, ni demasiado apretada ni demasiado floja, con un ojo para el detalle fino sin perder la perspectiva global. Finalmente, este tipo de concentración es asimilada totalmente y no requiere esfuerzo alguno.
La concentración correcta se diferencia de la concentración motivada por la preocupación por sí mismo. Cuando estamos abocados a ganar mucho dinero o proteger nuestros intereses, quizá no tengamos dificultad en mantener la concentración. Por ejemplo, siempre tenemos presentes los motivos de nuestras quejas, de hecho podemos mantenerlos frescos en nuestra mente durante años. Pero este foco se caracteriza por un descontento interior que en realidad perturba la concentración y fomenta la inestabilidad emocional. El descontento genera preocupación y la preocupación interfiere con la concentración, y se origina un círculo vicioso que conduce a la amargura y la insatisfacción. Éste tipo de alerte localizada causa dolor y sufrimiento.
La concentración correcta le da poder a la mente y es el trampolín al éxito. Nos mantiene en el buen camino. No hay necesidad de huir de las dificultades porque la concentración correcta vence a la adversidad, siempre encontrando la forma de superar los obstáculos. La concentración correcta actúa de mediadora entre la dificultad y la satisfacción, entre la infelicidad y la felicidad, entre la mente pequeña y una gran mente.
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